jueves, 8 de septiembre de 2011

Capítulo XXX: Chistes escritos en papeles rosados.

Todo este día ha sido ordenar, limpiar, botar los juguetes y vidrios quebrados. El terremoto fue maldadoso; destrozó mis mejores reliquias: mis gatitos de porcelana, mi cuadro de Rafiki, mi lámpara rellena con tiza que hice en quinto básico, entre otras cosas frágiles y significativas-inútiles.

Parece que el terrormoto no fue tan descriteriado con mi mamá como lo fue conmigo. Sólo se llevó en su visita un cuadro súper feo de una puesta de sol, uno de unos gatitos, unos vasos del Colo-Colo en la cocina y unas lozas que ya estaban todas trizadas. Mi papá hizo una oración en el almuerzo y dijo “Gracias Señor porque al LCD no le pasó nada”. Todos dimos las gracias, fue tan solemne que me acordé de mi bautizo. Fue tan bacán porque ocurrió a mis 13 años. Esa vez, mi papá se puso serio y dijo:

-hija, hay un invento de los señores de la iglesia que se llama Bautizo. Tú mamá y yo fuimos bautizados cuando chicos, pero nosotros no lo quisimos hacer contigo porque pensamos que sería más justo preguntarte si te interesa eso o no.

-papá, sé lo que es, pero… ¿qué gano con eso del bautizo?

Mis papás se miraron y guardaron silencio. Pensé un plan y dije.

-ya, miren. Quiero vestirme de blanco como novia, que nos tomemos de las manos en la mesa, que ustedes digan algo bonito, y que después yo me suba a la mesa y tire de una piñata con forma de ángel, llena de dulces y de chistes escritos en papeles rosados.

Mis padres se miraron de nuevo y al unísono dijeron: “trato hecho”.

Así fue. El siguiente fin de semana estuvimos en familia sentados a la mesa; comiendo arroz con palta, un trozo de carne, ensaladas de tomate, lechuga y apio. Tomamos champaña para niños. Mi papá habló con solemnidad (me encanta esa palabra) y al final, vino la esperada piñata. Me subí a la mesa, tiré de una lanita blanca atada al ángel y liberé miles de chistes en doble sentido, chistes machistas, feministas, chistes racistas, homofóbicos, chistes blancos, macabros, políticos, y los mejores: chistes de la teletón.

Con eso yo ya estaba bautizada. Fue la mejor experiencia de mi vida. Y me ha servido bastante porque me ha ido súper en lo que llevo viva. Eso creo, aunque igual soy joven. En realidad no puedo decir eso aún. Habrá que esperar para ver si mi bautizo sirvió de algo.

Volviendo con el tema de la semana, mi mamá me contaba que durante el sismo pensó en que se acabaría el mundo y que mi papá se había reído tan fuerte de ella, todo esto mientras el terremoto ocurría. Mi mamá del espanto se quedó paralizada, mientras que mi papá siguió acostado intentando dormir.

Mi papá está tan loco, pero yo le creo todo, es de esas personas que uno quiere guardar como amuletos, o como esa anécdota graciosa que uno intenta recordar para siempre, o como ese dulce sabor de un licor nunca antes probado. Es como una de esas cuestiones donde venden completos y cafés al lado de las gasolinerías en plena carretera. No, no sé, es como ver Bugs Bunny de vez en cuando.


Lunes, 18 de octubre de 2010 (01:35:14)

Capítulo XXIX: Refugio Juntos Podemos Caleta

Lo peor ha pasado, parece. Ya estás en casa. Me llamaste y me contaste que tus papás y tu hermana están bien. Tus parientes del sur también sin novedad. Tus cuadros de fotos, rotos en el suelo, tu montaña de tapitas, ídem. Me dijiste que tu cama caminó y que te daría miedo dormir de nuevo. Dijiste que planeabas una forma de evitar tener sueño, como por ejemplo, echarle cucharadas de café a todas las comidas, aunque tuviera mal gusto, o fuera de mal gusto.
Dijiste también que verías Lost entera de nuevo. Me explicaste que si uno no piensa tanto, el cerebro no se cansa y así no es necesario dormir, me advertiste que yo tenía que hacer lo mismo que tú y que me prohibías que pegara la más mínima pestañeada.

Me mandaste escaneado un plano con un subterráneo que vamos a construir debajo de mi casa, claro, como si mi madre me fuera a dar permiso, pero hasta eso lo tienes planificado. En el plano del “Refugio Juntos podemos caleta” (como lo llamaste) aparece una pieza-taller donde mi madre podría trabajar en sus costuras. Para ser más específico el espacio designado a mi madre se trataría de la Fig. 8 en el plano. La figura 3 y más importante, según tú, es la Pieza del Legado, donde tú y yo seríamos los encargados de mantener la especie humana. Esa fue mi pieza favorita, la tuya también.

Te dije que el problema en el plano era que al lado de la Pieza del Legado figuraba el dormitorio de tus padres y que sería incómodo trabajar, con sus parientes habitando al otro lado de la pared. Estuviste de acuerdo y lo cambiaste de inmediato por la sala de Estudio, que sería la más aburrida y menos visitada, según tus estadísticas y análisis.

Me dio risa que existiera la figura 666, número que se saltaba de los demás (el último número consecutivo asignado era el 17). Me explicaste que era para darle una carga especial a esa pieza, ya que se llamaba “La Caldera del Diablo” y se trataba de una habitación diseñada para construir armas, tanto blancas como negras y de colores. Me dijiste que teníamos que preparar de todo, porque no sabíamos con que mal lucharíamos. Me trataste de explicar que habrían estantes separados para distintas amenazas, por ejemplo: para Vampiros, zombies, soldados gringos, árabes, fanáticos religiosos, presos políticos, androides, monstruos del espacio, momias, humanos mutantes, vikingos, samuráis, luchadores de box, esclavos negros, caníbales y reptiloides.

En el refugio habría dos baños, porque como viviríamos dos familias, la tuya y la mía, uno solo se haría escaso. Mi mamá sería la cocinera, porque según tú cocina más rico que la tuya, pero tu mamá al contrario sería la encargada de los desayunos.

Dejamos de hablar por teléfono porque tu mamá te retó aclarándote que por estos días había que hacer sólo llamadas urgentes, dijiste esa frase imitando a tu madre.

Te dije que no me conectaría porque quería jugar El Padrino. Te enojaste. Eres muy Mañosa.

Ojala se calme todo, se calmen las placas, las tierras y los noticiarios; para que así vuelvas pronto a la casa para pensar en nombres con la letra A.

Capítulo XXVIII: Que fome son los terremotos.

Estamos en silencio. Hasta con el mínimo ruido o crujido nos miramos como diciéndonos “hay que correr”. Insistes en llamar a tu casa, pero nada, las líneas telefónicas no están disponibles. No te dejé ir. Está todo oscuro, te podría pasar algo en las calles.

Nos alumbramos con velas. Estamos los cuatro: mi mamá, mi hermana, tú y yo. Te tomo de la mano por debajo de la mesa. Me acuerdo de la canción. Te sonríes.

Mi mamá se come las uñas, mi hermana no dice nada, sólo intenta leer una revista con la poca luz que da la vela. Yo te miro y te digo:

-quizás se va a acabar el mundo-
-ay, hijo no digas tonteras-
-pero puede ser pos-
-oye, estúpido, no asustes a tu mamá, que ya no quedan uñas-
-pero imagínate, qué pasaría si esto fue en todo el mundo-
-fue sólo en Chile, lo escuché en la radio- interviene mi hermana.
-sí, pero como somos de egocéntricos, quizás no han puesto atención a las noticias de afuera-
-oye, por qué no sales a mirar a ver si están lloviendo meteoritos mejor- me dices enojada.
-pucha que son-
-no pongai esa cara, no es el momento de decir esas cosas-
-¿puedo hacer un chiste del Papa?
-tampoco-
-entonces qué puedo hacer-
-quedarte sentado y callado-
-que fome son los terremotos-
-no si van a ser entretenidos- interviene mi hermana.
-uuuuuh ya, no digo nada-
-sería lo mejor- dicen las tres mujeres al unísono-

Se ríen.

Qué poca tolerancia, que rabia. Que ataosas las mujeres, pienso. Se me ocurren unas teorías buenas sobre el inminente fin del mundo, pero me las guardo, no les diré nada. Total, cuando se cumplan, ahí me dirán “tenías razón”.

Tontas incrédulas, no ven la realidad. No las pesco. Las tres me ignoran y conversan sus cosas serias tratando de salvar el mundo.

-Mejor voy a comer helado- digo levantándome.
-tráeme- dicen de nuevo las tres al mismo tiempo.

Las miro con rabia, me hacen caritas de ternura. Mujeres, como las odio.


Viernes, 27 de agosto de 2010 (14:03:10)

Capítulo XXVII:

Silencios y más silencios. Fríos y nosotros sin sentirlo. Interrumpiste.

-podría venir una ola que nos tape a todos-
-¿onda "el otro yo?"-
-sí-

Silencio. Ya no.

-si se acaba el mundo el 2012, no estaría tan mal para mí-
-¿por qué?-
-porque sí, las cosas nunca anduvieron bien...-
-¿conmigo?-
-no me refiero a eso-
-¿entonces?-
-a todo, todo está mal desde siempre-
-ay, pa qué tan existencial-
-bah, si te molesta dímelo-
-no he dicho que me moleste-
-recién lo dijiste-
-no-
-¿y tú, acaso estás conforme con lo vivido?-
-contigo sipo-
-¿puedes ir más allá de esta habitación en tu respuesta?-
-no, para mí este es mi mundo y lo de afuera no existe-
-no puedes decir eso...-
-¿por qué no?-
-sabes, me cargan tus porqués-
-me carga tu 2012-
-me cargó la película-
-eso sí-

Silencios que abundan hoy. Se repiten y suenan mis tripas.

Es como si no hubiera nada más que decir, nada más que agregar. Ahora, contradices mi afirmación.

-quisiera ver a la gente espantada corriendo por las calles-
-jajaja-
-sería un lindo placer-
-sería toda una experiencia-
-sería bonito ir de la mano contigo y felices mientras todos gritan-
-sería más bonito besarte acá mientras se hunde la tierra-
-sería más bonito ir cayendo hacia la lava, pero de la mano-
-todo siempre de la mano-
-me gustan tus manos po-
-léemelas-
-ya lo hice, acuérdate, decían puras ordinarieces-
-mis manos son puritanas-
-mentira-
-sí-
-a veces quiero morir joven-
-quiero preguntar por qué, pero no lo haré-
-más te vale-


Te miro un rato, miras el techo solamente y te quedas en silencio. Yo también pero siempre mirándote.
Te ves tan guapa que me das rabia. Siento que todos te mirarían y me dan náuseas los jotes.

-un niño en la calle me dijo bonita-
-lo eres-
-me dio una cosa en la guata-
-de qué tipo-
-del tipo profecía barata-
-explícame eso último-
-nunca-


Lunes, 19 de Abril de 2010 (03:28:05)

jueves, 1 de septiembre de 2011

Capítulo XXVI: La hora del diablo.

Son las 3:33. La hora del diablo me dijiste el otro día. En realidad me lo dices siempre.


-oye tápame bien porfis-
-pero si tú te llevai toda la ropa siempre-
-tú no sabes hacer la cama, ese es el problema-
-tú no sabes dormir, ese es tu problema-
-oye está temblando...-
-sí, se mueve cuático-

Prendo la luz, miramos a nuestro alrededor. Todo comienza a moverse más fuerte. Me imagino que todo temblor se debe sentir con más fuerza en un piso más alto, como el mío. No me preocupo. Luego sí.

-¡esto no es un temblor!-
-¡pololo, no te vayas!- me dices sujetándome en la cama, mientras yo pretendo levantarme hacia la puerta.
-¡tenemos que bajar, ven!- se corta la luz. Quedamos a oscuras.
-¡no, no, escúchame! ayer soñé que se acababa el mundo y no te alcanzaba a ver, si se acaba ahora no quiero que pase eso-

Te miro fijamente. Me abrazas fuerte. Mi mamá me grita desde el primer piso. Me quedo contigo. Todo se mueve, todo pareciera que se fuera a caer. Mi mamá sigue gritando. Suena a...no sé como explicarlo. Suenan crujidos y cosas que se rompen. Se caen todas las cosas. ¿Cuánto lleva esto?

De pronto, comienza a parar. Se acabó. Sí, se acabó.

-ya pasó-
-no se acabó el mundo parece-
-parece que no, ¿estai bien?-
-sí, no tenía miedo-
-yo un poco sí-
-vamos a ver a tu mami-
-sí-
-oye-
-¿qué?-
-ponte pantalones ¿querís?-
-pero hay que bajar rápido, puede pasar algo de nuevo-
-tonto, a lo más vendrá una réplica, nunca un terremoto igual de fuerte-
-qué sabes tú-
-lo vi en una película-
-las películas mienten-
-y tu mamá también-
-por qué-
-es una película-
-si sé-
-no la he visto-
-yo tampoco-
-cuando vuelva la luz la veremos-

Jueves, 11 de marzo de 2010 (03:05:47)

Capítulo XXV: Moco con sangre.

Hace días que no hacemos nada interesante. Hace días que no existe un panorama.
¿y es necesario?

Miras el techo. Fumas en silencio. Hace días que comenzaste a fumar más. No me molesta, me preocupa solamente.

Pienso en tu última frase pronunciada...por ahora: "pienso que el destino es una pieza sin salida".
Reflexiono sobre eso. Hace días que pienso mucho en temas... ¿existenciales?
Me gustan las teorías de conspiraciones, los enigmas del universo, los misterios sin resolver, ¿existen los ovnis?

"Es como tu tesis"- me dijiste cuando te conté sobre mi interés por todos esos acertijos de la humanidad.

-oye, pero ¿tú crees que existen los ovnis?-
-pucha no lo sé, me gustaría saberlo, sólo para dejarte tranquilo.
-¿te molesta que hable del tema?-
-no, no me refería a eso. Me gustaría saber la verdad para contártela a ti primero y así serías feliz sabiéndolo...¿o no?-
-mmm sí, aunque creo que en este mundo se resuelve un misterio y se abre otro-
-pucha oh-
-ya, perdón, que latero-
-no menso-

Silencio de exactamente 26 segundos. El 6 es un número bien feo y no es que sea supersticioso, aunque es verdad; manejo varias teorías sobre el 666.

Ahora me dices:

-oye quiero un chicle con sabor raro, así como plátano-melón, no sé-
-vamos a la plaza y compramos algo-
-no pucha hace frío po-
-pero cómo-
-anda tú-
-ajajajjaja, que patúaaa-
-ya pero abrázame entonces-
-ya pero dime si crees en el anticristo-
-no le creo ni a Omar Gárate, le voy a creer al anticristo-
-pucha-
-mira si llega el anticristo, tú me salvas-
-bueno-
-trato hecho-
-trato hecho-

Apagas el cigarro. Te das vuelta hacia mí. Me miras, sonríes tan coqueta. Me gusta.
Me besas. Tomas de la Bilz. Agregas:

-tengo como un moco con sangre, me pica la nariz caleta-
-¿te lo saco?

Jueves, 11 de marzo de 2010 (01:39:24)

Capítulo XXIV: ¿Qué pasa si me muero mañana?.

Nos miramos y nos reímos. Nos miramos y nos gustamos. Nos miramos y creo que pensamos las mismas cosas. Mato al silencio con cuatro palabras.

-¿y cómo se dice?-
-¿cómo?-
-¿quieres pololear conmigo?-
-jajaja, pero no así-
-¿cómo no así?-
-tiene que ser con más emoción-
-weona, vai a pololear conmigo o qué wea!-
-así sipo-
-responde po chuchetumare-
-sí oyeee, puta el weón insistente-

Risas. Besos. Caídas. Estranguladas. Sonido de besos. Silencio. Lo mato con tres palabras.

-¿y ahora qué?-
-ahora somos pololos po-
-¿y qué cambia?-
-eeehh...-
-ahora te diré polola-
-por ejemplo-
-y tú me dirás pololo-
-justamente-
-y haremos cosas de pololos-
-sipo-
-me refiero a COSAS de pololos-
-como siempre nomás-
-chaaaaa, jajaajaja-
-siempre fuimos cursis-
-sí, tienes razón-

Vueltas, giros, tropiezos, besos, tornados, remolinos, terremotos, huracanes, imanes, talismanes.

Tomas la guitarra y sales a la ventana. Miras afuera. Yo bostezo y me estiro. Ya sé lo que vas a decir.

-quiero fumar-
-están ahí en el suelo.

Me pasas la guitarra, recoges la cajetilla. Intento tocar una canción. Prendes un cigarro y veo como el humo sale de tu boca hacia el cielo.

-¿qué pasa si me muero mañana?-
-¿que pasa conmigo?-
-sí-
-me muero también-
-no, tonto, tú sigues tu vida-
-no, gracias-
-córtala, queris?-
-te quiero po-
-yo te amo-

Miras hacia afuera. Me gusta un gesto tuyo al fumar, es como de pensativa, demasiado intelectual, me encanta.

Me pasan unas cosas en el estómago. Toco algo en la guitarra, llevas el ritmo con tu pie.
El viento atrae tus cabellos hacia tu rostro. Yo siempre te los quito de encima. Ahora tú lo haces. Me miras en silencio. Yo canto y desafino.

-me gustai más cuando cantai-
-que pesada-
-no estoy bromeando-
-terrible desafinado-
-no, espérate nomás que termine de fumarme este y te tiraste-

-TILLO-
Domingo, 13 de diciembre de 2009 (15:15:14)

Capítulo XXIII: Anoche fue una bonita noche.

Hoy nuevamente se aparecen las nubes. Se nubla el cielo, el sol y los ojos de tanto sueño. Anoche dormí contigo y soñé como nunca una cantidad infinita de colores y dulces de colores.

Me diste un beso en la mañana y ya estabas vestida y lista para irte.

-¿por qué tan temprano?- pregunté abriendo mis ojos apenas.
-déjate de preguntar-
-pucha-
-dejate de puchas-
-dame un beso po-
-¿uno sólo? nica-
-dame varios besos-
-ya, pero por hoy uno solamente-
-yaaaaa, no te entiendo-
-lo sé-

Silencio incómodo. Permanece hasta que no lo aguanto.

-¿por qué te vas?-
-porque mi mamá quiere que la acompañe a la feria-
-ah-

Me haces cariño en el pelo, me miras con ternura, me gustan tus ojos cuando brillan de esa manera especial, creo que eso es algo que nunca podré describir muy bien. Una leve sonrisa se asoma en tu rostro.

Te vas, abrazo las ropas de mi cama desordenada, siento tu olor. Cierro los ojos.

Entra poca luz al dormitorio. Siento mucho sueño. Anoche fue una bonita noche.

Tengo ganas de dormir toda la tarde, me duele un brazo y creo que tiene que ver con los abrazos. Quiero que vengas y te quedes por siempre, quiero raptarte y secuestrarte seguidamente. Quiero recorrer tu cuello de principio a fin.

Quiero bajar unas canciones que tengo en mente y espero no olvidar, que últimamente mi memoria me falla de manera grosera. Y hablando de grosera, me acuerdo de ti, cuando me dices esas chuchadas tan bonitas.

No sé por qué con la palabra "chuchada" pienso en espirales de cuaderno. Y con cuaderno me acuerdo de las cosas que rayaba en las hojas, entremedio de la materia del colegio.

Con el colegio me acuerdo de puras cosas feas. Ya me aburrí de acordarme, ahora mismo sólo me quiero acordar de anoche.

Sólo quiero que permanezca tu aullido en mi oído por el resto de mis días.

-TILLO-
Viernes, 30 de octubre de 2009 (04:48:41)

Capítulo XXII: Un seudosilencio con olor a amor.

Hoy por fin hay sol, pero de todos modos hace frío. Llevas puesto un chaleco a rayas.

Llegaste antes de las doce y me tuve que levantar temprano para estar en pie en el momento en que llegaras. Mi mamá te invitó a almorzar hoy. Tallarines con huevo revuelto, tu favorito. Si a eso le sumamos la Pepsi y el helado de tres sabores que compré para el postre, podríamos decir que hoy tu paladar quedará extasiado de tanto placer favorito.

No sé si es casualidad pero hoy traes trenzas y las converse verdes que te regalé. Las dos cosas que más adoro en ti, aparte de ese lunar en la mejilla derecha.

Estamos en la cama acostados, suena Coldplay en la radio y me acuerdo de las veces en que me quedaba pegado a la tele viendo videoclips. Podía pasar horas y horas frente a la pantalla chica. Me gustaban los de Blur y Red hot chili peppers.

Todavía no encontramos el nombre adecuado que reemplace "cucharita", pero eso estamos haciendo ahora mismo y creo que es un poco nuestra adicción secreta. Las manos se entrelazan casi por iniciativa propia, los suspiros llenan el silencio cómodo que cada vez se hace más una costumbre anhelada.

Hoy no es día para conversar, hoy simplemente nos dejamos llevar, hoy pareciera que no importara nada, ni nuestros nombres ni nuestra historia ni el lugar donde estamos, ni el tiempo ni los demás, nada. Poco a poco rompemos la barrera, pasamos a otro estado, nos separamos del pudor. De pronto, no me reconozco, no te reconozco, pero sé que es lo que quiero y sé que es lo que tú quieres. Nos convertimos en uno, en piel, en unas sombras en mi muralla, somos secreto de dos orejas, somos caricias, besos y movimientos cadenciosos. La música en la radio sigue sonando. Parece que es hora de bajar a comer.

El almuerzo es en silencio, el helado parece un placer menor. Mi mamá mira la televisión y nosotros pareciéramos entender a la perfección nuestro lenguaje en clave a través de miradas. Nos llevamos el helado a la pieza, el cual después de poco rato se derrite y no sé si por culpa nuestra. Afuera no hace calor, la ventana está semi-abierta para que entre un poco de aire a la habitación.

Nos confundimos, entrelazamos, nos fundimos encadenados, a veces te miro, a veces me miras, a veces me siento tan nervioso y tú parecieras notarlo, me besas con delicadeza y me siento tu otra parte nuevamente. Y es que como definir esta relación si no es a través de una analogía con los soportes. Tú me mantienes, yo te mantengo. Somos algo sin nombre, pero a la vez lo somos todo.

Hoy por fin hay sol y por fin la tarde se ha hecho más larga de lo normal. Hoy tuvimos que fingir amistad cándida frente a mi mamá, aunque a veces siento que lo sabe todo. Y no me da miedo porque ella te quiere mucho y me lo ha dicho siempre, quizás esperando a que yo le diga "es mi polola". Pero somos sin nombre, eso pienso y espero que tú también.

Nos atrevemos a mirarnos fijamente los ojos por muchos segundos, no sé cuántos pasaron, no se me ocurrió contar. Mi cabeza está definitivamente en otro lugar. Tus respiros, tus pestañeos y caras que pones, todo toma otro significado. Es como empezar de nuevo, "hola como estai, como te llamai?".

Hoy te quedas y nos acostamos temprano. La luz se apaga, se cierra la ventana, se aprietan las manos en las espaldas y comienza un seudosilencio con olor a amor. Todo lo demás es complicidad y química pura. Eres mi persona favorita y tus trenzas son las mejores.

-TILLO-
Jueves, 22 de octubre de 2009 (04:03:02)

Capítulo XXI: Me carga que le digan "cucharita".

(...continuación del capítulo XX)

Comenzó a llover de nuevo. Estás acostada en mi cama, tarareas un canción de Norah Jones que suena en la radio.

-quiero tocar piano-
-¿por qué estai tan callada?-

Silencio.

-¿qué hacía la Amalia en tu casa?-
-ahhh, la viste, sabía que por eso estabas así-
-¿así cómo?-
-así como enojada-
-no estoy enojada-
-¿entonces?-
-nada po-
-bueno po-

Silencio sí incómodo esta vez.

-¿no te conté?-
-no-
-que mi mamá le va a hacer unas ropas a la Amalia, para sus tocatas-

Silencio, no me miras, juegas con un caset de no sé qué.

-¿y va a venir seguido?-
-¿estai celosa?-
-un poco sí-
-ajajaj, que mensa-
-me cae mal esa mina po, y a ti se te cae la baba cuando la ves, y me carga-
-yaaaa, no le pongas tanto-
-¡hombres hombres hombres!-
-uuuui....mujeres mujeres mujeres..-
-ya, no sé pa' qué vine- te levantas y te sientas en la cama a mi lado, miras hacia la ventana.

Llueve pero no tan fuerte, tengo la cortina abierta y se ven los vidrios empañados.

-me voy-
-pucha ¿y si me das un beso mejor?-
-¿y si se lo pides a la Amalia mejor?-
-¿y si te pego un combo mejor?-
-atrévete po, tengo más fuerza que tú-
-si sé-
-que mentiroso, no me puedo ni el gas-

Te doy un beso en la mejilla. No dices nada, miras la ventana. Silencio. Yo te abrazo.

-quédate, y vemos una película-
-me quedo pero no veamos película-
-bueno-
-y cierra la puerta- me dices y luego te acuestas en la cama mirando hacia la pared.
-bueno- me levanto, cierro la puerta y me acuesto a tu lado, te abrazo.
-me carga que le digan "cucharita"-
-si sé-
-invéntale otro nombre porfa-
-mmmm...-
-abrázame po-
-pero si eso hago-
-pero no siento tu brazo, abrázame fuerte-
-ya-

Silencio.

-no te pongas celosa de la Amalia que no vale la pena ¿ya?-
-oye-
-¿qué?-
-cállate-
-jajajaja-
-con cariño eso sí-

Comienza a llover más fuerte, suenan unas músicas que no reconozco. Hace frío y tiemblas un poco, así que voy por una frazada. Te tapo, me acuesto junto a ti de nuevo.

-gracias- me dices. Te das vuelta, me miras, deslizas tu mano por mi pelo. Me miras la boca, me besas, nos besamos. Sigue lloviendo fuerte afuera.

-TILLO-
Jueves, 15 de octubre de 2009 (16:06:11)

Capítulo XX: Si sabes que eres de la casa.

Temporada Nº2

Brígida y Abdón Capítulo XX


Hoy es día de lluvia intensa. Me gusta cuando llueve así porque las gotas golpean fuerte en mi techo y yo pongo la radio y todo junto suena como película con banda sonora. Bueno, tú me entiendes.

Me acuerdo de unas vacaciones de invierno que tuve en la playa: lluvia torrencial más radio vieja, sonaban Limp Bizkit y Deftones.

Si fuera por mí, hoy estaría en pijama todo el día (igual que ayer y anteayer), pero tengo que recibir a la Amalia, la chica que te carga, la rubia de la banda electro pop, la chica guapa del curso, jajajaja, y que sé que si lo digo me odias.

Mi mamá hace vestidos, toma medidas y arregla ropas. La Amalia quiere encargarle uno de sus diseños para una presentación muy importante que tiene con su banda. Me contó y yo le comenté de mi mamá, y desde ahí que ambas son buenas amigas. Han hablado varias veces por teléfono, intercambian diseños de vestidos por el mail (mi mamá tiene mail y siempre me manda correos con cadenas súper entretes, algunas veces no tanto). La Amalia me dijo por el MSN: "tú mamá es un amor, es la suegra ideal". Igual me dio cosa su comentario...¿suegra?

La Amalia es soltera, pero le llueven pretendientes porque es súper guapa y fresa y cool, pero es un poco tonta, hueca y egocéntrica. Un poco harto en realidad.

La cosa es que hoy viene a tomarse las medidas, ese momento donde mi mamá te llena de alfileres y te rodea con su huincha de medir. Me pregunto yo si la Amalia cancelará su visita, ya que con esta lluvia no creo que alguien quiera salir de su casa.

No me bañé, sólo me mojé el pelo y lo ordené un poco. Sí, soy flojo y cochino y qué tanto.

Tocan el timbre. Debe ser ella. Estoy jugando playstation. Lo apago, no quiero parecerle infantil.

-abre tú- dice mi mamá, que anda con sus cosas de costurera para allá y para acá.

Abro la puerta, la veo. Está con un abrigo fucsia y con un paraguas verde transparente. Su mamá la acompaña, está poniendo alarma al auto. Su madre es igual a ella pero más vieja, me da una idea de lo que será la Amalia en unos años más, y no está nada mal el porvenir. Me río solo.

-holaaaa- dice la Amalia, que me abraza como si fueramos amigos del alma.
-holaaaa- respondo con la misma efusividad hipócrita.

-adelante, pasen, que se mojan- digo enseñando mis buenos modales.

Dentro, las recibe mi madre y también enseña sus modales. Si supieran que cuando se quema en la cocina se le escapan los "conchetumadre" más hermosos que he tenido oportunidad de oir en mi corta vida.

-hola, pasen, asiento- mi mamá las lleva al living, convirtiéndose hoy en la mujer más educada del planeta.

-hijo, lleva los paraguas a la cocina por favor- ¿por favor? jajajja, no me queda otra que seguir órdenes. "te tienen pa' los mandados" me dirías tú en este momento.

Hago caso, dejo los paraguas goteando en la cocina, apago la tetera. Llega mi mamá. Saca dos tazas (de esas que nunca usamos y que son para ocasiones especiales).

-saca dos cucharas de esas con mango, ah y dos platos de los verdes, dónde dejé las sacarinas, echa galletas en el pocillo con flores y no te las comas porfis- dice mi mamá aplicando todas sus técnicas protocolares.

-té quiere tu compañera y la señora un café- yo sólo sigo las ordenes de mi mami, pero apenas ella se distrae las galletas sufren graves bajas. Saco tres tritones (porque son de frutilla) y para que no me reten me las meto al bolsillo.

Le ayudo a llevar las cosas al living. Me da nervio tropezar y quedar frente a la Amalia como un torpe (que sí lo soy, pero ella no debe saber).

La Amalia se quitó su abrigo y pucha, es super guapa. Es el comentario baboso del día. De todas formas, trato de no mirarla.

Las mujeres conversan y blablabla. Me voy a mi pieza. Tomo la guitarra, pero no sé ni tocar. Rápido pasa el rato y vuelvo al living. Creo que han terminado, ríen y blablabla.

Las visitas se levantan. Me alegro. Hablan cosas que no entiendo, cosas de telas, de presupuestos, cosas de belleza y del programa de la Tyra Banks.

Voy por los paraguas. Se los paso. Me pongo mi parka para acompañarlas hasta la calle. Ahí me despido. Se suben al auto.

-chao- dice mi mamá muy amorosa desde la puerta de la casa. Yo también digo chao desde la reja. El auto azul se va. Ya no llueve. Entro, voy a cerrar la reja y veo en el suelo un botón fucsia.
¿será de la Amalia? Abro la reja, salgo y lo recojo. Me levanto, miro hacia la esquina. ¿tú?
Miras hacia el frente a una pareja que camina, luego te das cuenta que te estoy mirando.

¿y tú?- te digo.
-.....¿y yo?...- me dices después de unos segundos.

Me río. Estás toda mojada. Te ves tan tierna. Pareces estar en otro mundo, en otro lugar.

-ven po-
-es que ya me iba po-
-¿y no me pasaste a ver?- no me respondes.

Camino hacia ti. Te abrazo.

-loca, qué haces parada acá-
-nada, si pasaba por acá nomás-
-mentirosa, se te asoma una sonrisa cuando mientes ¿venías a verme?-
-no, te juro, yaaaaa que pesao-
-oye entra, mi mamá va a hacer sopaipillas-
-¿en serio?-
-sipo, hace tiempo que no comimos y tengo caleta de ganas, locaa. Ven, vamos, te voy a dar un tecito porque tienes la nariz rojita-

Estás como volada, eso pensaría si supiera que no fumas esas cosas.

-¿vienes o no?-
-eeeh..ya-

Estás muy extraña y me da miedo un poco, es como si hubieras visto algo shock, un ovni elevarse, unos fantasmas, un choque catastrófico, no sé.

Caminamos hacia la casa.

-¿qué traes en esa bolsa?-
-no, nada, era basura-
-ah. Pasa nomás, yo cierro, si sabes que eres de la casa-

Entras, vas hacia la puerta.

-pero oye, límpiate los pies ahora, que siempre se te olvida-
-oye que pesao, siempre lo hago-
-jajajajajjaa-
-por puro que una vez entré con caca en las zapatillas-

Entramos, mi mamá se pone tan contenta de verte, esa es mi verdadera mamá, no la otra amorosa falsa, y es que a ti te adora, tú lo sabes, y para ti ella haría mil sopaipillas.

Voy a la cocina para servirte un té. Siempre que tengo la oportunidad de atenderte lo hago.

Cuando tomas té siempre agarras la taza con ambas manos, para calentarlas. Y lo soplas harto rato o lo revuelves a veces como hipnotizada.

La nariz roja te queda tan linda. Te quiero dar un beso, cuando mi mamá se distraiga de nuevo te tiraste.

Vuelvo al living con el té. Conversas con mi mamá. Te paso la taza. Mi mamá se retira. Te paso las galletas Tritón que tengo aún en el bolsillo. Las había olvidado.

-sé que son tus favoritas-
-de frutilla, gracias-

Me miras fijo, y algo me tienes que decir, lo sé.

-te extrañé caleta- le digo.
-y yo a ti-
-la lluvia es linda pero nos separa a veces-
-sí-

Hay un silencio, no incómodo, porque entre los dos los silencios son lo mejor que nos ha pasado.

(continuará...)

-TILLO-
Jueves, 15 de octubre de 2009 (03:39:21)

Capítulo XIX: Qué se supone que hago yo ahora.

(Continuación del capítulo XVIII)

Estoy entre volver a mi casa o ir a la tuya y exigir una explicación. Pero es que no entiendo por qué la Amalia te visita, menos en un día como hoy. Ella debería estar en su casita, con su estufita y sus ropitas abrigadoras, escuchando su electro pop, leyendo libros tan interesantes, comiendo cositas con nombres tan extraños, viendo estúpidas películas donde no pasa nada.

¿Qué se supone que hago yo ahora? ¿Qué harías tú en mi caso? Y no le digo al dueño de esta sopaipilla que tengo en mi bolsa, le digo a usted, señor lector. ¿Qué haría usted en mi lugar?
Resulta que el niño que me gusta está en su casa y yo lo vine a ver, en un día donde sólo los tontos como yo salen de su hogar. ¿La razón? me gusta y qué. Soy tonta y qué. No tengo miedo en decirlo, aunque en verdad, como que tampoco quiero decirle a alguien. Es como un secreto, pero en el fondo igual se sabe...No sé. Lo que pasa es que...a este niñito lo conozco desde hace un tiempo ya y como que me gusta desde el principio. Y en realidad como que yo a él también, pero bueno, para qué ponerle nombre a la relación, ¿cierto?

¿Qué se supone que hago yo ahora? Es que es muy raro, además, estos días hemos estado hablando de la Amalia, o yo la he tenido en la cabeza mucho rato, por culpa de sus coqueteos y de tus miradas hacia ella.

¿Qué se puede hacer? Bueno, a todo esto, si su consejo era entrar y darle la sopaipilla al chiquillo, olvídelo porque ya me las comí. Lo siento, me dio hambre la situación.

¿Me aconsejará algo? ¿Alcanza a entender mi situación?
¿Qué pasa si se están visitando a escondidas? y es que de harto me debo haber perdido en estos días de lluvia. Él conectado al chat, sé que la tiene entre sus contactos y a ella le encanta la vida por el internet. Si hasta página web tiene la señorita, de ella y de su banda electro caca.

No sé. Me está dando frío y el consejo como que no llega. Me acuerdo de la película esa, "Singin' in the rain", donde Gene Kelly se despide de su enamorada y todo embobado se pone a cantar bajo la lluvia. Pero no es la misma situación. Que linda esa película, me dieron ganas de película. Me voy a mi casa mejor. ¿O no, dice usted? Paró de llover. No sé si eso es bueno o malo, ¿será una señal? Por lo menos yo lo veo así: Paró de llover, significa que me tengo que ir a casa, porque si hubiese seguido la lluvia, mi más cercano refugio era la casa del susodicho. ¿o no, dice usted?

Ahora que paró de llover podría pensarlo unos segundos más. Miro unos pajaritos que vuelan hacia un árbol sin hojas. El cielo ya no es tan gris. Hacia el oeste veo un tímido arcoiris. No es ilusión mía , ahí está. Que bonito se ve. Por el frente camina una pareja, van de la mano. Seguramente aprovechan que paró la lluvia para salir a comprar algo. Me quedan mirando. Los miro. Que es rico sentir otra mano estrechada a la tuya. Miro a su segundo piso. Hay en su ventana un destello del sol que empieza a asomarse entre las nubes. Se escuchan pajaritos.

En unas nubes veo una cara de oso. Parece feliz. Me conmueve una extraña sensación de placer. Me siento flotando. Me llena la melancolía de pensar en unos besos tuyos. Por fin me decido. Volveré por un rico té con canela de mi mamá.

Yo que me voy a voltear y tú que sales de tu casa. Te miro, me miras. Nos vemos. Silencio en el lugar.

-¿y tú?-
-¿y yo..........?-

Qué se supone que hago yo ahora, señor lector.

FIN DE LA PRIMERA TEMPORADA.

Capítulo XVIII: Tengo un plan.

Escucho la lluvia. Miro por la ventana hacia la calle inundada. No hay autos, no hay gente, no hay forma de que mi mamá me deje ir a verte hoy. Estoy como ansiosa, estoy empezando a ponerme nerviosa. No me gusta el encierro, y creo que si tuviera que estar encerrada, sólo lo soportaría contigo. Ahora que lo pienso, en tu pieza nos la pasamos bien encerrados. En qué ira. ¿encierro compartido?

Pienso en la romántica historia de una pareja de ladrones, hombre y mujer, que se amen con locura. Sí, como los de Pulp Fiction. Sería bonito que si los atrapan, los encerraran juntos. Me imagino mucha pasión dentro de esa celda. Así sería bonito que atraparan a cualquiera. Así sería bonito salir a robar. Ajajajaa. O sea, me refiero a.....nada, esto de pensar en voz alta a veces termina confundiendo las cosas.

Tengo un plan, así de bandidos, para salir y escaparme a tu casa, pero si me llegan a pillar se acabó todo. Y no habrá celda compartida, nada de nada.

Tomo mi chaqueta, mi paraguas. Tengo mis botas puestas. Me pongo la chaqueta. Me armo de valor. Bajo la escala, con cautela. Me asomo, nadie a la vista. Abro la puerta, en silencio. Cierro, en silencio. Salgo al antejardín. Cruzo el portón. Cierro. Me golpea la ola de frío. Abro el paraguas. La lluvia azota fuerte. Tengo mis pies en un charco. Empiezo a caminar apurada hacia tu casa.

El agua cae en diagonal. Hay un viento que azota los árboles.

No hay nadie en la calle, no hay autos tampoco, es que es imposible andar. Me siento tan bien de ir hacia tu casa. Pronto te veré y estarás tan feliz de que te haya ido a visitar.

En una casa dice: "sopaipillas caseras". No lo pienso dos veces y golpeo la puerta. Me abre una niñita de rulos. De inmediato llega su madre.

-¿si?-
-hola, quiero unas sopaipillas-
-¿cuántas?-
-dos-
-¿cuántas monedas son, mami?- dice la niña de los rulos.
-dos, hija-
-son dos monedas-
-ahí están- le paso doscientos pesos en sus pequeñas manitos.

La señora trae las sopaipillas en una bolsa.

-cuidado que están calientes-
-ya. Muchas gracias, chao bonita- le digo a la niña de los rulos. Me responde con una sonrisa.

-dile chao y cuidado con la lluvia- dice la señora.
-cuidado con la lluvia- repite la niña.
-sí, gracias-

Me voy con la bolsa hacia tu casa. Aparece un auto, por suerte pasa lento y no me arroja agua. Llueve como si el mundo se fuera a acabar, como dice mi madre.

Llego a la esquina de tu casa, veo gente, me escondo. Espero.

Te veo, eres tú. Abres la reja. Conversas con una persona. Es una mujer joven. No. No. No puede ser. No. Es la Amalia. Sí, es ella. Pero ¿por qué? ¿Qué hace en tu casa?

No lo puedo creer. Te abraza. Se despiden. Ella se sube a un auto azul. Le dices chao desde la puerta. Te entras, el auto parte.

Qué se supone que hago yo ahora. Siento el olor de las sopaipillas. Qué se supone que pienso yo ahora...

(Continuará...)


-TILLO-
Lunes, 17 de agosto de 2009 (16:24:43)

Capítulo XVII: Cierre de la sesión

Creo que me salió un lunar nuevo. No recuerdo haber tenido dos lunares juntos en la muñeca derecha.

Te pregunto por el chat, pero me dices que no sabes. Pongo la webcam y te enseño mi nuevo lunar.

-pero siempre has tenido ese par-
-mentira oye-
-verdad, si me acuerdo po-

Por qué tú sabes más cosas de mi que yo misma. Te acuerdas de todas las zapatillas que he tenido, de todos los nombres de blogs que abrí y cerré alguna vez, de todas las canciones que yo decía "esta es la mejorcita del año".

Llueve afuera y no creo que pare. No estoy en tu compañía, pero estoy pegada chateando contigo desde la mañana. Me he reído tanto, no sé de dónde sacas esas leseras, pero me río a montones. Y como tú sabes, cuando me da la risotada, la suelto fuerte y sin vergüenza. Mi mamá me preguntó si estaba con alguien. No sé por qué le respondí que con el señor Chanchini.

Estoy viendo unas fotos tuyas en internet y me encuentro con una donde apareces mirando a la Amalia. Y no es suposición mía. La estás mirando fijamente. Te mando el link.

-uuh, me pillaron-
-¿en qué?-
-mirando a la Amalia po-
-ah, sipo, siempre la mirai-
-¿tu creí? ¿se nota?-
-sipo....¿qué se nota?-
-que linda esta foto de la Amalia igual-

Me envías el link de una foto donde sale cantando con su banda electro pop y otras cagás varias.

-oye, ¿qué se nota po?-
-¿cómo?-
-(copio y pego): "-¿tu creí? ¿se nota?-".
-ammm... nada, eso-
-qué po-
-uuuy celos celos-
-estai loco, te preguntaba nomás-
-uuuy-
-idiota-
-oiga, mire este juego, es en linea ¿juguemos?-
-no me corre acá- miento.

No me llegan más mensajes tuyos y tampoco pienso escribirte yo. Un frío "chao", cierre de la sesión y me voy a acostar. Mi mamá me trajo una bolsa con animales de juguetes. Creo que los pegaré con plasticina a un cartón piedra que anda por ahí en mi pieza, a ver si lo encuentro.

Me acuerdo de cuando fuimos al zoológico por última vez, y pensándolo bien, desde ahí que no volvemos y no creo que tengas ganas tampoco.

Te estaba sacando una foto al lado de la reja del pasivo león. Tú ponías caras muy tranquilo, cuando de la nada el león se ubicó muy cerca de la reja, y te juro que no me di cuenta, todavía no me lo crees. Tú te volteaste, te espantaste y gritaste, yo tomé la foto, todo en menos de un segundo. Retrocediste, tropezaste con algo y caiste al suelo, provocando la risa en unos niños que andaban con unas máscaras de los Power Rangers. Y yo en vez de ayudarte me largo a reir con ellos. Despues, se nos unen los padres y toda la gente que pasa por ahí. Y tú te levantas, me miras y te vas caminando rápido y yo detrás pidiéndote perdón. Me bastaron sólo 10 minutos para reconciliarme contigo, te di un beso en la mejilla y te compré una manzana confitada. Asunto arreglado.

Me río pero para dentro. Me pregunto cómo serán los zoológicos en días de lluvia.

Si veo a la Amalia le tiro el pelo y corro, lo más rápido que pueda. La profe de gimnasia estaría contenta de verme correr. Aunque sea por una travesura.

-TILLO-
Lunes, 17 de agosto de 2009 (11:34:14)

Capítulo XVI: Un limón para ella.

Ya te extraño. No te veo desde hace sólo tres horas, pero ya me haces falta. Afuera hay una lluvia furiosa. Anunciaron tormenta por tres días. Hay truenos y hubo granizos hace poco.

No puedo salir para verte y hablarte por el chat me produce ansiedad, así que me recuesto y me como sin darme cuenta todas las "Tritón" que me compré al venirme de tu casa.

Cierro los ojos y tengo una imagen tuya con la Amalia. No sé por qué. Una vez me dijiste que la encontrabai linda, hace tiempo, pero siempre siento que la miras más de la cuenta. El otro día cuando te devolvió tu disco fue muy coqueta contigo. Obvio que le gustas, se le nota.

-¿Será porque es rubia y yo no?-

Que tonta, lo pienso en voz alta. Me acuerdo de una vez que armé una discusión con ella sólo para humillarla. Ya ni recuerdo bien sobre qué fue, pero todos reían y yo en el fondo me sentía tan realizada.

-¿te gustará la Amalia?-

Como que cuando pienso en voz alta siempre llega la respuesta, pero ahora el silencio otorga. Hay algo en ella que podría ser atractivo para ti. Canta y más bonito que yo. Lo sé. Y a ti te encantan las niñas que cantan. Me acuerdo de que te encanta la Francisca Valenzuela. Voy a escuchar su disco.

Suena:

"Soy tan afortunada de tener una segunda piel para recorrer, contigo nacen las caricias y palabras nuestra verdad , nuestro lugar, conozco tu boca como mis manos, conozco tu mano y la siento mía..".

Celosa. Sí y qué. Si eres mío...en el fondo. O sea, no eres mío, pero eres como hecho para mí, a mi medida y gusto. En cambio, ella es más alta que tú y se junta con puros niñitos rubios. Para mí que te mira como bicho raro y quizás por eso le pareces atractivo. Bueno, si tampoco eres feo, te estoy quitando crédito.

Me gusta juntar dos "tritón" en una, abrir la boca grande y pegarle una mordida.

Además, ella como que tiene los ojos de color y tú dijiste que te gustaban los ojos negros o café. Pero no sé, los azules como que engatuzan a cualquier hombre.

Necesito dibujar, pero no sé qué. Tengo en la cabeza unas imágenes amarillas. Debe ser la cabellera de la Amalia. Un limón para ella. Escupirle unas pepas de limón en la cara y salir corriendo como cabra chica mala. Nunca entendería por qué. Aunque quizás sí. Si igual paso todo el tiempo contigo, obvio que cacha que si se acerca a ti yo me pongo celosa altiro. Las niñas cachamos todo eso.

Tengo la croquera, tengo unos lápices de cera, tengo rabia, tengo sueño, tengo pena, tengo ganas de ti, tengo sed, tengo frío, tengo ganas de abrazo, tengo ganas de ordenar esta pieza, tengo ganas de escuchar a la fran contigo.

Tomo la croquera, la dejo en el suelo y los lápices de cera se caen y salen hacia cualquier lado. Tengo flojera, tengo lata de ponerme a ordenar, tengo que pensar en otra cosa. Suena mi celular. Mensaje tuyo. Dice "Mira el 7, están dando Bernardo y Bianca. Beso".

Tengo algo para entretenerme ahora, y más sabiendo que estás viendo lo mismo.

Capítulo XV: Tercer árbol al lado del columpio amarillo.

Despierto. Escucho algo que no es común. Es como si hubiesen tirado una piedra a mi ventana. Es domingo, son las 6 de la tarde. Alguien está atacando mi ventana. Algo golpea mi ventana nuevamente. Me levanto, me duelen los ojos. Muevo la cortina. Eres tú. Me haces señas de saludo. Me pides que baje. Te hago entender que me esperes. Me pongo las zapatillas. Suena mi celular. Eres tú.

-qué pasa-
-te espero en el parque, donde siempre, apúrate-
-pero qué....- cortaste.


Me apuro. Salgo de mi casa corriendo. Hay una hoja verde muy bonita en el suelo. Siempre me han llamado la atención las cosas botadas. Este papel tiene que ser algo especial. Lo recojo. Me río, es tu letra:

"Te espero en el escondite de siempre, pero antes pasa por los chocolates"

Creo entender. Una vez para pascua me escondiste huevos de chocolate en el parque. Camino apurada con una sonrisa que no puedo ocultar.

Tercer árbol al lado del columpio amarillo. Hay un nido artificial. Igual al de aquella vez. Hay huevitos y conejos de chocolate. Otro papel, esta vez de color rosado. Dice:

"Sé que no es pascua, pero siempre que ves huevitos de chocolate te dan ganas de comer".

Es tan cierto.

Ahora voy al escondite de siempre. No hay mucha gente en el parque hoy, debe ser la hora. Me apuro en llegar a esos arbustos grandes que tienen forma de una garra. Ahí nos tirábamos a dormir la siesta o a escribir canciones que nunca despues tuvieron música, excepto esa que decía "oye beibi si te duermes yo te pego". Le hice una música media cumbianchera, pero nunca más la cantamos. Sólo en esos días de demasiada nostalgia, como hoy, que al hacerme visitar estos lugares me has llenado de bonitos recuerdos, bueno, todo contigo son bellos recuerdos.

Me asomo debajo de los arbustos y ahí estás. Te ríes.

-entra-

Me arrastro por el pasto y me meto en el escondite. Ambos estamos acostados de espalda.

-¿cómo estai?-
-en estado de nostalgia ¿y tú?-
-también...hace tiempo que no visitábamos este lugar-
-oye sí-

Miramos el "techo" del escondite. Todavía se mantienen unos pedazos de lanas que atábamos.

Me miras. Me aguanto un poco, pero sólo un poco y también me volteo a mirarte. Nos observamos por harto rato. Siento que me quieres dar un beso, pero últimamente me pones insegura en mis intuiciones. A pesar de eso, he acertado a todas las veces. Sólo es inseguridad.

Me acaricias el rostro. Cierro los ojos. Hay un viento agradable. Lo siento en mi cabeza. Me besas. Muy suave. Muy suave y largo, lento, eterno. Estás cerca y lejos a la vez. No sé como explicarlo. Es un beso suave, lento. infinito.

Te escondes en mi cuello. Te abrazo. De la nada me acuerdo de una vez que nos enojamos. Llovía muy fuerte. Yo sabía que no tenía la razón, pero me enfurecía tu forma de decírmelo. Fui corriendo a encontrarte a los videojuegos para pedirte perdón. Tú estabas enojadísimo jugando "Mortal Kombat".

Entré al local, no me viste. Compré dos fichas. Me puse a tu lado, seria y sin mirarte. Eché una ficha. Me quedaste mirando, tampoco dijiste nada. Apreté los botones. Entramos al modo de dos jugadores. Tú elegiste Liu Kang, yo a la Sheeva.

Round 1: me mataste sin golpe en contra. Me duele el orgullo, pero tú juegas siempre y yo no. Además, estamos recien empezando.

Round 2: dura mucho, ambos escapamos, tenías todo para ganarme pero dudaste y ahora estás en "danger". Te aplasto y gano. Me siento mejor. Alcanzo a percibir tu miedo a perder.

Round 3: Estás enojado. Apretas fuerte los botones y palanca. Intentas sacar trucos de todas formas. Yo me cubro. No me queda otra. Te pego unos buenos puñetes. Te gano, no lo puedo creer. Fatality.

-ai, no sé hacer esa cosa-

Tomas mis controles y conviertes a Liu Kang en guagua. Me río. Saco la otra ficha de mi bolsillo.

-¿quieres tu revancha?-
-no, guardémosla. Paró de llover. ¿Te voy a dejar a tu casa?-
-bueno-

Caminamos y me abrazas.

Vuelvo al parque. Veo unas lanas rojas con blanco, que en realidad son grises ya.

Todavía estás en mi cuello.

-anunciaron lluvia para hoy-
-ah, no sé-
-sí, te voy a dejar a tu casa?-
-¿y no me puedo ir a la tuya?-

Silencio. Nos miramos.

-sí puedes-
-vamos entonces-

Salimos del escondite. Hace frío. El cielo está muy gris. Caminamos por el parque. Te doy un chocolate. Me tomas la mano y cantas "oye beibi si te duermes yo te pego". Sonrío.

Capítulo XIV: 5 el tuyo, 7 el mío.

Cuento en mi mente las letras de la palabra "escondido". Me miras y hoy parece que el concepto es "quedarse callado". Ambos no hablamos nada, ni siquera alguna de las estupideces que nos encanta conversar.

Hoy quisiera hablarte sobre tubos de escape, sobre la sopa helada, sobre qué ves tú en el lunar que tengo en mi muñeca, sobre las canciones que podría hacer golpeando botellas de plástico, sobre cómo me gusta apretujar las flores en las tiendas de flores, sóbre lo linda que es tu nariz, sobre las veces que me dejo de comer las uñas, sobre la guitarra que algún día romperé en un escenario, sobre lo suave que es pasar mis dedos por tu cuello.

Me gustaría conversarte sobre lo feas que son las enaguas, sobre la versión que yo tengo del 21 de mayo, sobre una clave que me acuerdo del Donkey Kong II, sobre unos teléfonos de vasos que quería poner desde mi casa a la tuya, sobre una chimenea que estaba pensando construir en medio del parque.

Pienso mucho. Pienso en todo lo que podríamos conversar, pero hoy tú dibujas. Y no dibujas tan mal como dices. Me gusta cuando dibujas. Sé te sale lo artista oye. jajaja y sé como odias esa palabra. Yo que menciono que quiero estudiar arte y tú que te pones tan grave.

Me acuesto a tu lado, pero te doy la espalda.

-tengo sueñito- advierto.

Dejas las cosas en el suelo y te acuestas a mi lado. Me abrazas con ternura. Siento tu boca depositada en mi cuello. Así como arrojada al vacío.

Pienso en que te podría contar sobre las constelaciones que he descubierto en el cielo, sobre las dos veces que he llorado con el Rey León II, sobre las últimas poesías de mi mami, sobre el contrabajo que vi en una tienda y que quise robar.

Tu mano busca la mía y la encuentra. Entrelazamos dedos. Tu pulgar se desliza sobre mi piel y traza un camino de ida y vuelta. Tus labios se mueven cerca de mi oreja. Creo que ya no estoy pensando precisamente en contarte cosas. Creo que de sólo pensarlo me hace sentir un calor.

Cuento en mi mente las letras de nuestros nombres. 5 el tuyo, 7 el mío. Ambos son números primos.

Me duermo. Por fin me duermo junto a ti. Hoy me haces sentir tan bien y se me han pasado todos los miedos. No te tengo más miedo. Sólo sé que me quieres y punto. No hay más de qué preocuparse. Tomas aire. Creo que vas a decir algo.

-estaba pensando que tu nombre tiene siete letras y el mío cinco-
-¿en serio?-
-sí, y los dos son primos-
-bacán, somos primos-
-jajaja, no-

Me encanta cuando suceden esas cosas. Uno de los dos piensa en algo y el otro despues también lo piensa, o a veces al mismo tiempo. Sucede siempre. Es tan mágico. ¿En qué ira?

-TILLO-
Sábado, 08 de agosto de 2009 (03:54:45)

Capítulo XIII: No lo puedo creer.

(...Continuación del Capítulo XII)

No sé qué hacer.

El beso se acaba. Tus labios se alejan. Me miras a los ojos. Me tomas las manos. Me besas los dedos. Me miras a los ojos. Me estoy poniendo más y más nerviosa. ¿Tengo que decir algo?

Por mí que nos besáramos otra vez y no dijéramos nada.

Me mirás a los ojos. Pestañeas y es un alivio para mí. No aguanto más. Te doy un beso suave y breve, con ojos abiertos. Abro tu puerta y salgo apurada.

Me dan ganas de llorar, pero me aguanto...no por mucho. Ultimos escalones de la escalera y se me escapan unas lágrimas. Nunca he sido buena conteniendo llantos. Tu hermana me ve. Me da vergüenza y salgo corriendo.

Afuera está frío. Es un día azulado con cielo naranjo. Veo tu ventana. Estás ahí mirándome. Sería una foto perfecta si no hubiese dejado mi cámara en tu pieza. No regresaré por ella.

Me voy. Camino apurada. Hace mucho frío. Llevo manos heladas, nariz helada.

Al doblar la esquina miro una ventana. Hay dos niños asomados. Tienen unos gorros de lana bien bonitos. El niño sujeta un cartel que dice "Chistes a sien pesos". Lo miro y no lo puedo creer. Me detengo. La niña de su lado, al parecer su hermana, me mira fijo.

-¡hola! ¿te contamos un chiste por tan sólo cien pesitos?-
-¡ya! porfa, lo necesito-
-¿quién de los dos te lo cuenta?-
-mmmm él- apunto al niño del cartel-
-¿yo? ¡yaaaaaa!-

El niño piensa un rato. Mira a la hermana y luego a mí.

-un niñito le dice a su mamá: "-mamá, mamá. ¿por qué en el colegio me dicen hocicón?- y la mamá le responde: "ya, cállate y trae la pala para darte el jarabe".

Me mato de la risa ahí mismo. Los niños ríen conmigo. Tienen una cara de diablos que no se la pueden.

Les paso $500. Me buscan el vuelto, yo les digo que se lo queden. Les digo que me tengo que ir corriendo. El niño me mira.

-¿estabas llorando?-
-sí, pero ya pasó-
-ahhh, que bueno-
-chao lindos me tengo que ir-
-¡chao!- me dicen ambos en coro.

Me voy. No puedo creer lo que acabo de ver. Me río sola aún. Por lo menos, ya no siento ese terrible dolor de estómago.

Que lindos los niños. "Ya, cállate y trae la pala para darte el jarabe". No lo puedo creer.

Capítulo XII: Un trance meloso.

Estornudo. Otra vez.

Otra vez. Amanecí hoy con un resfriado idiota.
Estoy armando algo con tus legos. Intento hacer una paloma, pero como que se parece más a una pistola.

Te miro así rápido. Estás viendo las fotos de ventanas que tomé ayer. Las miras con esa cara de admiración y análisis que pones al ver mis cosas. Siento que piensas todo el tiempo en mi "tú me gustai", pero haces muy bien tu papel de leso.

Te muestro mi paloma de legos.

-¿una pistola?-
-noo-

La desarmo.

-¿qué era entonces?-
-una paloma-
-me cargan las palomas-
-no, si no era para ti-
-yo te voy a enseñar cómo se hace una paloma-

Hoy todo lo que dices me parece tan desagradable. Hoy como nunca me pareces un desagradable.

Aguanto un estornudo. Me siento ridícula. Además, se me caen los mocos todo el tiempo. Me arde la nariz.

-me voy a ir oye-
-¿tan temprano?-
-sí, no me siento nada bien-
-pucha-

Tomo mi mochila. Me levanto. Te levantas, te acercas, me abrazas fuerte.

Hay un silencio largo y yo no sé que pensar. Estoy en shock. Me has dado miles de abrazos así, pero el de hoy no es igual a ninguno. Por lo menos para mí. Me acomodo a tus brazos.

Retumba en la cabeza mi "tú me gustai" como si me dieran de martillazos. Me estás apretando como si no me quisieras dejar ir. Cierro los ojos. No sé que pensar. Tu mano izquierda está en mi pelo ahora y lo acaricias suavemente, como cuando me haces dormir. Yo me dejo llevar. Entro en un trance meloso, donde en cualquier momento te doy un beso. Es más, creo que ya no aguanto más. Te quiero dar un beso.

Pienso en la palabra "beso" y tú me sueltas, me quedas mirando. Me tomas las manos.

Te miro con cara de "por favor, hazlo". Te demoras en entender o en decidir. El beso llega y yo cierro los ojos de inmediato. El trance me absorbe, me transporta, no estoy acá, no estoy allá, es otro lugar donde al cerrar los ojos no tengo imágenes ni colores. Sólo siento el olor del shampoo de tu hermana en tu cabeza y el sabor de esas pastillas que sueles comer.

No sé qué pensar. No sé qué pensar.

(Continuará...)

Capítulo XI: Jueguitos de la verdad.

(...Continuación del capítulo X)

Ya no los veo. Deben estar entrando al antejardín. Qué hago, qué hago, qué hago. ¡ya sé! Me pongo las zapatillas sin abrocharlas. Tomo las llaves de mi casa. Siento que cierran la reja. Bajo la escala corriendo, salto los últimos escalones. Escucho que entran conversando. Mi mamá dice:

-no sé donde estará esta niñita, el otro día salió sin avisar, despues llegó con un montón de fotos de bigotes-

Voy a la pieza de mis padres, abro la ventana. Salgo hacia un pasillo exterior. Cierro la ventana. Me salta el corazón, caleta, te lo juro.

Corro por el pasillo, abro la puerta, salgo al antejardín. Cierro la puerta suavemente. Me asomo por la ventana, veo sus siluetas subiendo por la escala hacia mi pieza. Voy a la reja, abro en silencio, nunca antes había sido tan delicada, siempre salgo y portazo.
Estoy en la calle, soy libre, nadie más se ve en mi cuadra, nadie que me pueda acusar. Soy libre por fin. Corro sin rumbo pero corro. Escapo de no sé bien qué, pero escapo. Tengo que huir, no soy capaz hoy de mirarte a los ojos.

Me detengo en seco. Cómo sabré si te has ido de mi casa o no. Doy vuelta y regreso, tengo que volver para ver el momento en que salgas de mi hogar. Camino sigilosa, parezco cabra chica. Pero nadie me ve, así que no importa.

Camino por la cuadra de el frente. Me escondo detrás de los autos. Hay una camioneta en la casa frente a la mía. Ahí me escondo. Respiro hondo, respiro mucho.

Estoy desesperada, me tiemblan las manos, te lo juro. Recuerdo anoche. Me hice la dormida.

-¿estás despierta?-

Preguntaste unas cinco veces. Guardé silencio y no abrí mis ojos nunca.
Sólo hoy en la mañana hablamos algo sobre los mankekes que estaban vencidos. Me los llevé conmigo, pero era mentira lo de la fecha de vencimiento. Estaba muerta de hambre. Me los comí camino a mi casa. Lo bueno es que no estaban tan molidos.

Ahora sales de mi casa. Te veo. Le dices chao a mi mamá. Sales, cierras la reja. Miras para ambos lados, me buscas quizás. Te vas con las manos en los bolsillos.

Respiro de nuevo. Me vuelve el alma al cuerpo. Espero unos segundos, sale de una casa el dueño de la camioneta donde estoy escondida. Me mira extrañado.

-estoy jugando a las escondidas-

Se ríe. Miro a todos lados y corro avergonzada. Voy a mi casa. Abro la reja, ya no te ves desde aquí. Entro.

-¿y tú? recien estuvo...-
-sí, sí me lo encontré afuera-
-te dejó algo arriba-
-okei-

Subo rápido a mi pieza. Sobre mi cama está la misteriosa bolsa negra que traías. La abro. ¡nooo! es el dinosaurio de peluche que te conté que vi el otro día y que no pude comprar porque era muy caro para mí.

Hay una tarjetita junto al dinosaurio. La abro. Dice: "Te quiero mucho, amiga".

¡Aaaaaaaaaaaaa! histeria full.
"amiga" "amiga".
Cierro la puerta y no aguanto las lágrimas. Está todo tan claro. Me abrazo al dinosaurio. Prendo la radio. Suena una canción de un grupo que te gusta, no sé como se llama. Es linda pero la apago.

¡maldición, todo empeora! Jueguitos de la verdad. Soy tan aweoná.

Capítulo X: Por favor, ándate.

Creo haber cometido el más grande de los errores de mi vida (el de mi mamá fue ponerme este desgraciado nombre) .

Me llamaste dos veces hoy antes de que apagara mi celular. He llorado toda la tarde. Sonó el teléfono de mi casa. Seguro eras tú, pero por suerte mi mamá no está hoy. Yo estoy encerrada en mi pieza, arrepintiéndome de todo lo de anoche.

Escapé de tu casa temprano con la excusa de tener que acompañar a mi sobrina al doctor.

Estoy tan triste, te lo juro. Me siento una imbécil. Siempre lo echo todo a perder.

Me acuerdo de anoche cuando te lo dije y tú nada, miraste los dulces en la cama y no dijiste nada. ¡Nada!

Es tan obvio que las cagué. Después dijiste que yo también te gustaba pero sé que lo dijiste para no hacerme sentir mal.

Puchaaaaaa. No debí darte besos, pero como vi que no decías nada sobre mi confesión, no sabía qué más hacer. Ojala ayer nunca hubiese pasado nada. Ojala cayera un avión sobre mi casa y me matara y yo explotara en muchas partes y no quedara rastro de mi existencia. Ojala se quemara la casa, mi libreta donde escribo todas las cosas que hago contigo. Ah, y de paso ojala se quemara la casa de mi vecina. Vieja culiá, como la odio.

Estoy desesperada, te vi conectado al msn pero no me atreví a aparecer y escribirte. Leí tu mail, pero no dices nada al respecto, sólo preguntas cómo me fue con mi sobrina. Tan lindo, siempre preocupado por mí.

No te quiero perder, te lo juro, no te quiero perder ni lastimar, sólo es que empiezo a sentir otras cosas por ti.

Me estoy ahogando, estoy desesperada. Abro la ventana de mi pieza. Cresta, hoy todo me cuesta el triple.

¡te vi! estás parado afuera de mi casa. Traes puesto el chaleco que te regalé. ¿Es eso una señal? Tienes una bolsa negra en tu mano, muy misteriosa por lo demás. ¿Me quieres devolver las cosas que te regalé y olvidarme por siempre? No, que exagerada. Además, todo lo que te he dado no cabe en una mísera bolsa de plástico.

Qué haces acá afuera, vete a tu casa. Ándate, por favor ándate.

Ándate, porfa, ándate. Miras mi ventana. Espero que no me hayas visto. No creo, estoy bien escondida.
Ahora miras para todos lados. Por favor, te lo pido, ándate. Ándate.

¡no! ¡no lo creo! viene mi mamá en la esquina. La vas a ver y le pedirás entrar ¡no! porfa, ándate. Te lo ruego. No pido nada más.

Cresta, no sé qué hacer. Ya la viste. Cagué por siempre. No tengo salvación, qué hago por la chucha.

Se saludan, se sonríen y yo acá sudándola cagá de miedo. Conversan ¿qué conversan?
No. Vienen a la casa. Vienes tú también. Ayudas a mi mami con las bolsas.

Porfa, te lo repito por última vez, vete a tu casa, vete vete vete, ándate, ¡fuchi fuchi!
Te juro que te llamo hoy. Te lo juro.

(Continuará...)

Capítulo IX: Pobres mankekes.

Abro un Súper 8 y tú me retas.

-todavía no-

Sacas y sacas de tu mochila un montón de dulces y chocolates. Los ordenas uno al lado del otro y de manera perfecta.

Alineados están, en el siguiente orden, el Súper 8 que abrí, un Chocman, un Hobby, un Privilegio, un Mantecol, unos Snickers, un Turrón, un Alfi, un Gansito, una Rayita, un Pingüino, un Golpe, un Mankeke, unas gomitas flipy, un Golazo y otro Súper 8.

-traje dos Súper 8 porque sé que uno solo traería problemas-
-muy bien pensado, compañera-

Nos acomodamos frente a las golosinas, mientras espero que me digas de qué se trata el nuevo juego.

-ya mira, cada uno elige un coso y para que el otro se lo entregue tiene que responder una pregunta que le hará el otro ¿se entiende?-
-eeeh, no mucho...-
-mira, elige un coso-
-un Súper 8-
-ya, el que abriste. Para que te lo pase tienes que responder una pregunta que te haré-
-aah, dale-
-¿ahora sí?-
-sipos, pregunta nomás-
-mmm...¿has soñado conmigo últimamente?
-el otro día-
-¿qué soñaste?-
-pero es una pregunta por coso- respondo y te arrebato el Súper 8.
-ooooh, maldito, te odio-

Te cruzas de brazo y me miras enojada. Yo empiezo a comerme el Súper 8.

-no sufrai oye. Soñé que iba en un avión de guerra y que tenía que dispararle a otro avión que venía directo hacia mí, pero justo en el último momento yo tenía la sensación de que tú piloteabas ese avión y parece que sí porque te elevaste justo y despues dibujaste un corazón en el cielo-
-¿cómo dibujé?-
-aah, es que tu avión dejaba un humo morado, y el mío humo verde-
-aaah, bacán-
-te toca-

Te demoras en elegir, tomaste el mantecol y el Golpe para luego decidirte por el otro Súper 8. Era bien obvio la verdad. Lo tomo y pienso mi pregunta.

-¿te gusta alguien?-
-mmm...sí-
-¿quién?
-una sola pregunta-
-yo respondí dos-

Me miras, luego bajas la mirada a los dulces.

-tú me gustai, te toca-

Una sensación extraña me recorre el estómago. Respiro hondo. Muevo mi boca hacia un lado. Miro las golosinas, el Gansito me llama. También el Alfi y el Mantecol. En eso te lanzas sobre mí y me das un beso en la boca. Me trato de acomodar mientras te respondo el beso sin dudar. Estás sobre mí. Ambos comenzamos a aplastar las golosinas, yo escucho como suenan los envases. Pienso en el Gansito todo achurrascado, algunos caen al suelo y seguimos besándonos cada vez más apasionados. Mis manos están en tu espalda. Abro los ojos. Tú también. Apagas la lámpara, pero sin dejar de besarme. Ahora estás a mi lado. El beso sigue. Tengo mi mano izquierda en tu mejilla derecha. El beso se vuelve lento y cadencioso. Separas los labios de los míos.

Respiramos.

-lo eché todo a perder, aplasté los cosos también, disculpa-
-no, no tienes por qué pedir disculpas-
-no debería quedarme hoy acá-
-¿por qué?-
-no sé, me da vergüenza-
-tampoco te puedes ir ahora-
- si sé-
-es tarde ya-
-sigamos con el juego pero sin preguntas mejor ¿ya?-
-oye-
-¿qué?-
-tú también me gustai-

Te escondes en mí. Hay silencio, se escucha un gallo cantar.

-no me digai nada porfa, te juro que muero de vergüenza-
-bueno-

Se escucha un gallo cantar. Con mi pierna paso a llevar un dulce que cae al suelo.

-pobres mankekes-
-jajaja sí-
-mañana van a aparecer achurrascados-
-sí-
-abrázame fuerte-
-ya-

Capítulo VIII: Una Citroneta grande en blanco y negro

Pongo un recorte de la cara de un político en tu frente. Tú pones un signo de ceda el paso en mi mejilla. Te ríes.

-vamos a quedar todos pegotes-

Cuento 9 recortes distintos en tu cara y cuello y no sé dónde pegarte una citroneta grande en blanco y negro que recorté.

-en la ropa no-
-si sé-

Estás recortando letras blancas. Miro a ver si adivino qué palabra quieres formar. Tienes una "M", una "O", una "L", una "I" y una "N".

-¿el señor Molina?-
-noooopo, "molino"- quitas de mi cuello una "O" y la pones al último.

Tomo un plumón negro y te pinto un lunar en medio de tu mejilla izquierda. Te dejas.

-Es que así quedas equilibrada-
-aam, o sea que ¿ya no me voy a tambalear más?-
-nunca más-
-jajaja, te acordai cuando se rompió la silla en el cumpleaños de tu hermana-
-sí y te llevé al baño porque te hiciste una herida en el tobillo-
-y te di un beso-
-sí-
-es que te quedaba tan bonito el chaleco que te regalé-
-¿y este no?-
-no, este no-

Pasa un rato y te ríes.

-es broma-
-a ti todo te queda siempre bonito-
-no, igual estoy más gorda que antes. Por culpa de tu mamá y sus sopaipillas-

Pasan más de 5 minutos de silencio, donde entremedio tú interrumpes cada cierto tiempo con algun trozo de canción. Cantaste una de Alberto Plaza, una de Chayanne, una de Aqua y una de Stevie Wonder.

-¿dónde vas a poner el dibujo que te di ayer?
-mmm...pensaba que acá atrás de mi cama-
-pero ahí no lo vas a ver-
-pero lo veré antes de dormir-
-no, mira, pégalo en el techo, así al despertar será lo primero que veas-

Te levantas, tomas el dibujo que está en el escritorio junto al computador. Está vuelto un rollito y amarrado con una lana roja con blanco. Lo desatas, tomas el scotch encima de mi velador. Te subes a mi cama de pie y empiezas a pegar el dibujo en el techo.

-¿está derecho ahí?-
-parece, pero hay otra cosa..-
-¿qué cosa?-
-que se te está asomando tu ombligo-
-ajaja no importa-
-y no estai gorda como dices-
-para de mirarme la guata-

Terminas de pegar el dibujo y pierdes el equilibrio y das un paso rápido para no caer.

-¡chucha!-
-sin ponerse nerviosa-
-¿sabí qué?-
-¿qué?-
-no te regalo ninguna hueá más-
-oye sí, estoy lleno de cosas tuyas-
-oye sí, que van a decir despues-
-que eres una regalona-
-jajaja en todo sentido-

Nos tiramos en la cama mirando tu dibujo.

-te quedó bacán-
-gracias-