miércoles, 17 de agosto de 2011

Capítulo 0: Nombres desdichados.

Un hombre le dice cosas en el oído a una mujer.  Ambos comen papas fritas mientras se coquetean. Ella a ratos juega a cambiar de posición su celular en la mesa. Atrás de ellos, un tipo solitario bebe una copa de vino tinto y algo en la calle le llama la atención. Dentro del bar suena una canción de Aerosmith. Afuera, dos meseros conversan y ríen hasta que los llama un tipo de lentes con mucho aumento. El hombre pide dos completos y cuando se da vuelta para mirar a su acompañante me descubre observándole. Dirijo rápidamente mis ojos hacia Camilo, mi amigo, que está ubicado a mi izquierda pero dándome la espalda. Él conversa entusiasmado con una chica de pelo largo y oscuro. Camilo me pidió que lo acompañara a este bar porque quería conocer a esa niña y le daba vergüenza quedar solo si la química no se daba entre ellos dos. Por desgracia mía, sí se dio, y bastante. Ella tiene un aro en la nariz y su rostro me recuerda a una actriz de cine, no sé exactamente a cuál. Todos los demás son gente extraña que quizás vi en alguna parte, pero que no podría acordarme de sus nombres, a pesar de que me los dieron hace un rato.

Tomo mi vaso, bebo el poco de cerveza que queda en él y lo devuelvo a su lugar en la mesa. Miro una gota que resbala por su interior, levanto la vista y te veo a mi lado. Estás apuntándome con tus ojos, sonríes.

-tienes algo en la nariz- me dices sin detener tu sonrisa.
-¿un moco?- pregunto esperando que no lo sea.
-no, una pestaña-

Me la quitas. Quedo pegado observando tus delgados dedos.

-dedos para el piano- menciono patudamente.
-sí oye- ironizas desviando la mirada hacia la mesa.

Escondes las manos en los bolsillos de tu chaqueta negra. Parece que te diste cuenta de que las miraba con demasiada atención. Me siento un poco culpable, pero lamentablemente es algo que no puedo evitar; tengo una obsesión con las manos.

-mis dedos son cortos- opino tratando de arreglar la situación.
-a ver-

Dejo ambas manos sobre la mesa para que lo compruebes. Me las tomas. Mis manos están frías, las tuyas al contrario muy tibias. Espero a que te quejes por mi baja temperatura, pero no lo haces, más bien comparas mis dedos con los tuyos. Me descubres mirándote las manos nuevamente y las vuelves a esconder. Me da vergüenza y siento mis mejillas enrojecer, algo que no me ocurre con dificultad en todo caso.

Silencio. Estás a mi lado y no te conozco. Todos hablan menos tú y yo, me caes bien por eso. Tienes una mirada inquieta, me recuerda al árbol con pajaritos que hay en la esquina cerca de mi casa. Eso pienso mientras sacas tus manos de su guarida para tomar tu vaso.

-tu pestaña, mira, en mi dedo- dices con la misma sonrisa de antes.

Pongo mi dedo índice sobre el tuyo y aplasto la pestaña.

-pide un deseo- te digo fijándome en tus orejas.

Me miras la boca por menos de un segundo. Piensas desviando los ojos al cielo.

-ya- dices y vuelves a mirarme la boca.

Saco el dedo y la pestaña permanece aferrada al tuyo.

-ganaste, tu deseo se cumplirá- te digo echando mi espalda sobre el respaldo de la silla.
-¿en serio? ¡bacán! me encantó el juego, deja sacarte más pestañas- 

Reímos y luego viene un silencio.Vemos a nuestro alrededor. Todos ríen pero de sus propias conversaciones. Suena una cumbia en los parlantes y ambos meneamos la cabeza siguiendo el ritmo de esas típicas melodías de teclados de esas canciones.

-¿cómo te llamas?- pregunto tímidamente.
-María Perlita- respondes con velocidad y seriedad.
-¿en serio?-
-no, jajaja, pero quisiera-
-jaja, sería un bonito nombre en todo caso- 
-si te digo mi nombre real te vas a reír-
-tú te vas a reír del mío- 
-¿tú crees? a ver, cachipún quién dice su nombre primero entonces- me desafías con tu puño tras tu oreja.
-dale, ca....chi....¡pún!......gané- digo cerrando mi "papel" sobre tu "piedra".
-rayos- 
-su nombre señorita, por favor-
-me llamo Brígida-
-ammmmm- digo mientras pienso cómo demostrarte que no me da risa tu nombre- estuviste de santo hace poco ¿o no?-
-¡sí! Oye pero no soy brígida de "brígida" porsiaca-
-te creo, ajajaja. Bueno, yo me llamo Abdón-
-tú estai de santo el 30-
-una semana exacta después que tú- digo con seguridad tratando de lucirme.
-yo también me había fijado en ese detalle. Entonces somos un par de desdichados con nombres desdichados que están de santo el mismo mes- declaras mientras me miras sonriendo.

Pasa el rato, llegan más cervezas y la verdad nunca supe cuándo se acabaron y cuándo pidieron más. Hace frío y tengo un poco de hambre.

-oye, tengo hambre- me dices de improviso.
-ajaja, estaba pensando en eso- te confieso.
-toma-

Me entregas un bombón que sacas de tu bolsillo.

-uuh, gracias- digo abriéndolo al instante.
-de nada- respondes masticando uno.

Ambos estamos fuera de la conversación grupal. Escucho algo sobre los compañeros de básica. Definitivamente el peor tema. Me cargan los compañeros de básica. Sólo recuerdo que en esa época estaba enamorado de una niña de melena que se fue del colegio y me rompió el corazón por muchos años. Ni idea qué será de ella actualmente.

Pareciera que compartes conmigo el desinterés por el tema de conversación o simplemente el frío te mantiene silenciosa y contemplativa.

-me dio sueño, permiso- dices mientras bostezas y acomodas tu cabeza en mi hombro.
-adelante- digo con un leve nerviosismo en mi voz.

Yo apoyo mi cabeza en la tuya y ahora suena una canción de Soda Stereo.

Desde aquella noche somos inseparables. Amigos en las buenas y malas. Vecinos distanciados por algunas cuantas cuadras, pero vecinos al fin y al cabo. Desde esa vez me visitas todos los días porque dices que desde mi ventana se escuchan los pajaritos y desde mi vista las nubes siempre tienen cara de algo. Me gusta que me visites, me gusta recibirte. Ojalá te quedaras a vivir en mi pieza.

-TILLO-
Lunes, 03 de agosto de 2009 (23:29:14)

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