jueves, 18 de agosto de 2011

Capítulo VII: ¿Y por qué no lo dices ya?

Tomo una foto de tu escote.

-aprovecha que un escote así en mí no volverás a ver-
-sipos, como si hubiera tanto para ver-
-oooh, que hablador-

Te arrojas sobre mí y me tapas los ojos con ambas manos.

-cuidado, no se te vaya a salir algo-
-¡tonto!...ajajajja ¿así como un "maura rivera"?-
-claro- 

Me logro quitar tus manos de mis ojos y te las sujeto con fuerza frente a tu nuevo intento por cubrirme la vista.

-no tengo fuerza-
-pero tienes algo que decirme hoy-

Esta vez conté 36 segundos, mientras te paraste, tomaste la cámara para borrar algunas fotos. Empezaste a menear tu cabeza y a cantar suavemente.

-...tonta, ciega, sordomuda...-
-¿me vas a decir o no?-
-sipos-
-¿y por qué no lo dices ya?-

Me miras y te ríes. Yo sé que estás nerviosa, pero no podría llegar a descifrar lo que realmente quieres decirme. Te conozco demasiado, pero es algo que aún no logro contigo, en cambio tú sí conmigo.

-nah, te quería decir que se me perdió tu dvd de Pulp Fiction-
-¡¿qué?! mentira-
-te lo juro, ayer lo busqué y no sé donde lo dejé-
-se lo prestaste a alguien quizás-
-no, te juro que no-
-mmm...pucha, pero aparecerá-
-no sé, es que ayer ordené mi pieza y no estaba la película y me acordé que me la pediste po-

No estoy seguro si es eso lo que querías decirme desde ayer. Tengo la sospecha de que no.

-yap, te toca a ti decirme lo que me tenías que decir-
-mmm...no sé, no me acuerdo la verdad-
-mentiroso, tú tienes memoria para todo lo que nadie se acuerda-
-pero no me acuerdo po-
-ah no, yo te dije lo mío, te toca a ti-
-jaja, no sé que era, no era importante parece-
-mmmm...por lo menos invéntame algo-
-¿cómo tú recién?-
-¿cómo?-
-qué te apuesto a que voy a tu casa y encuentro la película-
-oye, no es mentira-

Te miro en silencio y con sospecha. Me sonríes, te acuestas en mi cama. Yo sigo sentado sobre ella.
-¿me puedes abrazar?-
-no, tú abrázame a mí-me acuesto dándote la espalda.
-fresco-me abrazas por la espalda.

Hay unos segundos de silencio, pero no extraño las palabras. Cierro los ojos.

-¿cambiaste el shampoo o qué?-
-es que no me quedaba y usé el de mi hermana-
-sí, eso te iba a decir, hueles a tu hermana-

Pasan unos cuantos segundos más (no los conté) de bocas cerradas.

-¿qué hora es?-
-temprano todavía-
-bacán-

Siento un beso tuyo en la nuca.


-TILLO-
Viernes, 31 de julio de 2009 (18:45:21)

Capítulo VI: Me gusta decirte cosas los viernes.

Huelo tu olor en tu cuello, el que paso a llevar con mi nariz suavemente. Estás durmiendo y me das la espalda. Lo último que dijiste fue que no te gustaba el tagadá porque te dolía el poto con los golpes, que preferías una cama elástica.

Huelo tu pelo y me acuerdo de cuando estábamos haciendo la fila para entrar a ver Indiana Jones IV.

-¿qué hora es?-
-son las cinco-

Vuelves a dormir. Creo que debería hacer lo mismo, pero a veces no decir las cosas te quita el sueño. Tengo algo que decirte, pero estás tan cansada despues de las 15 vueltas que le dimos a la plaza con tu plan de "vida deportiva" que se te ocurrió ayer, despues de fumarte una cajetilla entera.

De hecho, la ropa que está ahí en la silla todavía tiene olor a cigarro.

-oye-
-¿qué?-
-¿la otra semana no es tu cumpleaños?-
-sipos, el catorce-
-¿y qué vamos a hacer?-
-no sé, eso tú lo tienes que ver, yo soy el cumpleañero-
-mmm...-
-tenís rojo abajo de la oreja-
-mm sí, me pica-

Te empiezas a rascar donde tienes picazón. Yo te doy un beso ahí.

-hay una película donde hay un gusano gigante que come números-
-yaa-
-cómo se llama, es antigua-
-ni idea-
-tienes las manos heladas-
-amm pucha-
-no importa....quiero verla otra vez-
-¿pero no te acordai del nombre?-
-te dije que no, puta, me carga no recordar algo-
-sí sé-

Te das vuelta y me abrazas. Hay un silencio de 10 segundos. Lo sé porque me puse a contar.

-hay algo que quiero decirte-
-dime po, parece que yo también-
-ya, tú primero-
-nopos, tú me dijiste primero, pilla-
-es que...-

Ahora pasan 12 segundos antes de que interrumpas mi cuenta.

-mañana te lo digo mejor-
-mmmm...-
-es que mañana es viernes y me gusta decirte cosas los viernes-
-bueno, mañana te digo lo que te quiero decir también-
-okei...pero me lo dices-
-sipos-
-que tú nunca me dices las cosas-
-tú eres la sorda que no me escucha-
-ajaja-

Tus dedos en mi espalda hacen un círculo o un espiral, quizás escribes algo, quizás dibujas algo. Yo hace rato estoy pegado con un rulo que se forma delante de tu oreja.


-TILLO-
Viernes, 31 de julio de 2009 (17:05:21)

Capítulo V: Manual del aviador.

Recuerdo hoy en la tarde cuando llamé a tu casa y me contestó tu mamá. Me dijo que estabas durmiendo, que tuviste un pésimo día y que te dolía la cabeza. No te quise molestar llamando a tu celular, y hasta ahora que van a ser las doce y media de la noche no he sabido nada de ti. No te vi conectada. Te escribí un correo reponedor de ánimos de esos con que me gusta invadir tu bandeja de entrada.

El plan para hoy era sacarle punta a todos esos lápices viejos que tengo repartidos en 6 estuches distintos. Me creerás que no toqué un sólo lápiz, porque nuestras "tareas" son sagradas y de ambos. Nunca pasaría por sobre esa regla que tú inventaste.

No sabía qué hacer hoy por la tarde, así que inventé un juego de dados y fichas. Sé que te va a encantar. Es con puntajes y muchas sorpresas.

Fui al refrigerador y vi que todavía nos queda helado. Me dieron ganas de comer pero no quise hacerlo solo. Volví a mi pieza. Dormí una hora que me pareció eterna. Soñé que estaba en la guerra.

Piloteaba un avión que dejaba una estela de humo verde. En los controles tenía teclas de piano que se prendían de rojo al tocarlas. Iban otros aviones a mi lado y yo escuchaba las órdenes por un parlante rojo con forma de manzana. De pronto, veo unos puntos negros que se acercan en el horizonte.

Por el altavoz escucho a alguien decir que son nuestros enemigos y que hay que derribarlos cueste lo que cueste. Pero yo no sé cómo disparar. Abro un cajón (sí, así como de mueble) y encuentro un libro que dice "Manual del aviador" y al lado una pistola con una tarjeta de navidad amarrada a ella. La leo: "En caso de pánico presione el gatillo sin miedo. Feliz navidad".

Tomo el manual y lo hojeo. En una página y con tipografía Impact advierte: "si lee el manual mientras vuela presione el botón de píloto automático". Busco en el panel de control y encuentro un botón, pero de esos de ropa. Lo presiono y una voz robótica femenina dice "píloto automático activado".

Miro el índice del manual y voy al capítulo de "Cómo destruir a su enemigo en 15 pasos". Hay unos dibujos muy raros y no entiendo mucho. De pronto, miro afuera y mis compañeros aviadores ya están disparando a sus contrincantes. Veo mi horizonte y un avión se dirige hacia el mío. La nave enemiga viene dejando una estela de humo violeta. Yo me acuerdo de ti y tengo un extraño presentimiento de que tú estás en ese avión. Vienes directo hacia mí y vamos a estrellarnos. No encuentro los controles de ataque, aún queda la posibilidad de que el piloto no seas tú, pero ya estoy casi seguro de que sí lo eres. Cuando intento mover el volante recuerdo que está en automático y no puedo darle dirección a mi nave. Presiono el botón con forma de botón de ropa, éste se desprende y se queda pegado en mi dedo. La voz robótica me dice "felicidades, ahora pide un deseo".

Empecé a desear que fueras tú, que fueras tú.

El avión está más cerca y de pronto se eleva y pasa por sobre mi cabina dejando frente a mí una nube violeta. Cuando el humo se desvanece veo a lo lejos al avión del humo morado que dibuja un corazón en el cielo. La voz de robot me dice "vamos directo a ese corazón". Mi nave cambia la dirección para atravesarlo justo en el medio. Despierto.

Sentía mucho frío pero tranquilidad al mismo tiempo. Pensé que estabas mejor, descansando y que te haría bien dormir y no pensar en nada.

Ahora, son las una de la mañana y vibra mi celular. Es un mensaje tuyo. Leo: "me duele la guata y la cabeza, quiero tus cariños, buenas noches". Suspiro. Dejo los estuches en su lugar.


-TILLO-
Jueves, 30 de julio de 2009 (21:58:23)

Capítulo IV: Sopa de letras.

Escucho una anécdota tuya de hoy por la mañana. Tiene que ver con pan tostado que terminó en pan quemado, pero entremedio me pierdo al ver algo rojo en tu mano.

-¿qué es?- pregunto señalando la mancha.

Te miras la mano porque no entiendes a qué me refiero.

-ah, ¿esto? no es nada, estaba pintando con plumones-
-¿qué pintabas?-
-unos monos sangrientos medios satánicos-
-¿los andas trayendo?-
-no, se los regalé a la Lupe-
-pucha-

Se escucha un "¿¡me trajiste las cosas!?" que viene de atrás de mi casa. Es mi vecino que suele gritar desde su patio.

-¡¡no, porque se las regalé a la Lupe po!!- le respondes a la voz anónima con un grito fuerte. Muero de la risa.

-oye, ¿te dije que ese vecino es futbolista retirado? -
-¿la dura? no, y ¿de qué equipo era?- preguntas con sincero interés.
-del Chago Morning parece-
-¡uuuuh! ¿y si vamos a jugarle una pichanga?-
-tú po, si la última vez te metieron todos los goles que quisieron-
-te advertí que era mejor delantera que arquera-
-pero si adelante no hiciste ni un gol siquiera-
-bueno, no sirvo para nada-
-no dije eso-
-sí- dijiste poniendo cara de enojada.
-no-
-sí-
-oye-
-¿qué?-
-¿vamos por un completo?- pregunté tratando de arreglar la situación. 
-¡yaaa!, pero ¿tú invitai?- 
-obvio-
-pero antes dime un sinónimo de voraz-
-mmmm...esa era una película ¿cierto?-
-sí, anoche la dieron en el cable-
-¿no será Borat?-
-no, gil-
-era un chiste, gila-
-bien fome te diré-
-oye, no te conté na' po-
-¿qué cosa? ¿me abrazai un rato?- dijiste mientras te acurrucabas cerca mío.
-hice una sopa de letras con tus palabras favoritas-
-¡nooooo! ¿dónde está? ¡la quiero ahora!-
-mañana te la paso-
-nooooo, no me hagai esperar con esas cosas oye, tú sabí que me carga esperar-
-pero mañana la verás-
-¡¿pero por qué mañanaaa?!-
-porque se cumple un año y medio desde que te conozco-
-o sea que hace un año y medio...-
-sí-
-qué bonito-
-sí-

Capítulo III: Gallo o gallina.

Veo atentamente la forma delicada en que sacas de tu mochila el tesoro que me quieres mostrar. Dejas sobre mi cama una bolsa negra que arroja sonidos metálicos. "Tapas de botellas", pienso yo. Tu rostro me dice que quieres que adivine. Pongo suspenso a la situación y dejo pasar varios segundos de espera. Tu ansiedad no da más.

-¿tapas?- digo al fin.
-¡sí!-

Me das un abrazo fuerte y nos caemos de la cama. Mi hombro sale lastimado, pero logro reincorporarme, mientras tú estás muerta de la risa enrollada en el suelo en una posición bien incómoda. Yo empiezo a recoger las tapas que cayeron al suelo.

-te ves bien recogiendo tapas, deberías acompañarme a recolectar-
-no sé, yo cobro por tapa recogida-
-pero ¿podemos llegar a un acuerdo?-eso lo dijiste haciéndome ojitos.
-mira, tú te haces tus trenzas y yo te acompaño a donde sea-
-no me coquetees, muchachito-

Ambos guardamos silencio por un rato demasiado largo. Te levantas, te sientas en la cama y empiezas a ordenar las tapas por colores. Yo sólo miro tus manos actuar. Cuando descubres que mis ojos están fijos en tus manos, cosa que siempre te ha inquietado, huyes a la radio y buscas sobre ella un disco que yo ya sé cuál es.

-¿dónde está?-
-lo presté- dije con cara de culpable.
-¿a quién?-preguntas sin mirarme.
-a la Amalia-
-¡aarrrg!, perra-
-jajaja ¿por qué perra?-
-porque no le gusta ese disco, lo hace sólo para jotearte-
-¿y?-
-¿cómo que "y"? que es perra, la odio-
-tú odias a medio mundo-
-a mundo entero- confiesas.
-sí, en realidad-
-a ti, no-

Otra vez nos quedamos en silencio más de lo soportable. Me preguntas qué quiero escuchar y te respondo con tono de pregunta que el unplugged de Nirvana. Lo empiezas a buscar y yo te digo que ya está puesto. Pones play.

Yo voy a la ventana a ver los gallos del vecino que están inquietos emitiendo sus ruidos característicos.

-¿todavía están ahí?- preguntas mientras suena "About a Girl".
-sí, pero escuché que los van a cocinar pronto-
-podríamos salvarlos-
-estai loca-
-yo lo hago-
-cómo-
-observa a la maestra- te asomas a la ventana.
-¿cuál es el plan?- te pregunto con curiosidad.
-gallo o gallina-
-¿ah?-
-creo que sólo puedo salvar a uno-
-gallina- decidí sin dudar.
-deja ponerme el chaleco que hace frío-
-y aprovecha de hacerte unas trenzas-

Me miraste y te reíste.

Capítulo II: Inventario de lunares.

Miro como soplas tus dedos que te arden por tocar tanto rato la guitarra. Estás enojada porque tu precioso plan de ir al parque a recolectar hojas caídas se derrumbó por culpa de una inesperada lluvia torrencial.

-no nos sirven las hojas mojadas, sólo por eso estamos acá- adviertes mientras observas tu dedo del medio.
-lo sé-
-no creas que le tengo miedo a la lluvia-
-lo sé-
-ay, no sabes nada-
-lo sé- me encanta hacerte enojar con esas tonteras mínimas.

Hoy llevas un par de trenzas y esas chapulinas verdes que te regalé hace rato ya. Me empiezo a fijar en lo viejas que están.

-oye, ¿eso es caca?- te pregunto señalando tus pies.
-¿dónde?-
-en tu zapatilla-
-¿cómo va a ser caca? ¡chucha, sí!-

No pude aguantar que mi risa burlesca estallara. Avergonzada bajaste los pies de mi cama.

-ya, pero está seca- aclaraste.

Te digo que no te preocupes y me lanzo sobre ti, con guitarra y todo.

-la vas a desafinar, menso-
-mejor, así te suenan más lindas las canciones-

Me levanto y veo tu cara que me demuestra que no entendiste ese piropo, y no sé si en realidad lo era.

Me pides que te diga un nombre con B.

-...¿Beatriz?-
-mmmm...¿cómo la de Cerro Alegre?-
-¿la teleserie? jajaja, sí- 
-es que con "Beatriz" se me viene a la cabeza eso-
-qué antiguo-
-¡qué tiene! ¡Déjame!. Lo que pasa es que me compré una Barbie y no tiene nombre aún-
-¿es Barbie Barbie?-
-no- dices con tristeza.
-¿es rubia?-
-no-
-entonces otro nombre, porque la Francisca Merino salía rubia-
-cierto, mmmm...¿cómo se llamaba la otra? ¡ah! Déborah Meneses-
-por ahí sí-

Estás feliz por tener nombre para tu nueva adquisición. Todos los jueves llegas contándome de los juguetes viejos que compras en una tienda del centro. Recuerdo que me regalaste un Tetris en buen estado, pero que todavía lo estás "probando", como me dijiste hace seis meses atrás.

-oye- preguntas mirándome.
-¿qué?-
-¿te cortaste la barba?-
-un poco-
-....y....¿te pintaste un lunar?-
-mmm no- respondo extrañado.
-¿y ese de ahí?- dices señalando mi mejilla izquierda.
-siempre lo he tenido po-
-bueno po-
-mensa-
-tsss, no tengo un inventario de tus lunares-
-deberías-
-okey, lo voy a hacer ahora-


-TILLO-
Miércoles, 29 de julio de 2009 (23:00:15)

Capítulo I: El Colo-Colo ya está eliminado.

Una mosca está quieta en el techo de mi pieza, justo arriba de mi cabeza. Si el insecto tuviera un infarto en este momento, caería repentinamente sobre mí. Pienso en si las moscas sufren infartos, voy a preguntarte pero me doy cuenta que duermes profundamente. Trato de que mi corazón no salte tanto para así dejarte descansar, aunque nunca te has quejado de mis latidos. ¡Ah, sí! Una vez me dijiste:

-¡oye, tonto. Deja de respirar!-

Yo me apreté la nariz e inflé mis mejillas como si fuera a sumergirme en el agua. Tu cuenta iba en un minuto y 36 segundos cuando no aguanté más y comencé a respirar desesperadamente. Te reíste por un buen rato, luego tomaste tu guitarra y tocaste una canción de Los Prisioneros que nunca recuerdo el nombre. En el momento en que venía el coro yo estaba listo para cantar, pero tú cambiaste bruscamente a los acordes de una canción que nunca he sabido cuál es y creo que tú tampoco lo tienes claro.

Pienso en eso mientras percibo los latidos de mi corazón. Unos bocinazos que vienen de la calle te despiertan. 

-¿qué es?- me preguntas.
-Es que ganó el Colo-Colo- 

Levantas la cabeza y me miras fijamente con tus grandes ojos. Pasan tres segundos infinitos y luego te largas a reír.

-tonto, el Colo-Colo ya está eliminado- dices con voz burlona.
-pero siempre es tiempo de celebrar-
-salud entonces, compañero-

Sacas el vino tinto de abajo de mi cama. Te pregunto si puedes hacer un barco con la boleta de la farmacia que está sobre el velador para meterlo dentro de la botella.

-para eso hay que tomarse el vino primero y todavía nos queda la mitad- respondes con ese tono juguetón que tanto me gusta.

El tinto empezó a bajar rápidamente mientras pensábamos en palabras que rimaran con "muchedumbre". "Cumbre" dije yo, tú dijiste "alumbre".

Al rato, había una botella de vino vacía con un barco de papel en su interior y tú estabas escuchándome el corazón apoyada en mi pecho.

-tu corazón me dice puras cosas cochinas-
-tssss, qué más querís- te pregunto con seriedad.
-quiero que me cante como Aaron Carter-
-devuélveme el cassette de los Backstreet Boys será mejor-
-estai loco, cada vez que salgo con mi hermana lo ponemos en el auto-
-¿te lo grabo?-
-regálamelo- dices con ternura.
-no-
-sí-
-nooo- repito decididamente.
-oye-

-¡qué!- 
-te quiero-
-yo también oh-
-pero no tanto como a Howie D-

-cállate-

-TILLO-
Martes, 28 de julio de 2009 (23:11:23)

miércoles, 17 de agosto de 2011

Capítulo 0: Nombres desdichados.

Un hombre le dice cosas en el oído a una mujer.  Ambos comen papas fritas mientras se coquetean. Ella a ratos juega a cambiar de posición su celular en la mesa. Atrás de ellos, un tipo solitario bebe una copa de vino tinto y algo en la calle le llama la atención. Dentro del bar suena una canción de Aerosmith. Afuera, dos meseros conversan y ríen hasta que los llama un tipo de lentes con mucho aumento. El hombre pide dos completos y cuando se da vuelta para mirar a su acompañante me descubre observándole. Dirijo rápidamente mis ojos hacia Camilo, mi amigo, que está ubicado a mi izquierda pero dándome la espalda. Él conversa entusiasmado con una chica de pelo largo y oscuro. Camilo me pidió que lo acompañara a este bar porque quería conocer a esa niña y le daba vergüenza quedar solo si la química no se daba entre ellos dos. Por desgracia mía, sí se dio, y bastante. Ella tiene un aro en la nariz y su rostro me recuerda a una actriz de cine, no sé exactamente a cuál. Todos los demás son gente extraña que quizás vi en alguna parte, pero que no podría acordarme de sus nombres, a pesar de que me los dieron hace un rato.

Tomo mi vaso, bebo el poco de cerveza que queda en él y lo devuelvo a su lugar en la mesa. Miro una gota que resbala por su interior, levanto la vista y te veo a mi lado. Estás apuntándome con tus ojos, sonríes.

-tienes algo en la nariz- me dices sin detener tu sonrisa.
-¿un moco?- pregunto esperando que no lo sea.
-no, una pestaña-

Me la quitas. Quedo pegado observando tus delgados dedos.

-dedos para el piano- menciono patudamente.
-sí oye- ironizas desviando la mirada hacia la mesa.

Escondes las manos en los bolsillos de tu chaqueta negra. Parece que te diste cuenta de que las miraba con demasiada atención. Me siento un poco culpable, pero lamentablemente es algo que no puedo evitar; tengo una obsesión con las manos.

-mis dedos son cortos- opino tratando de arreglar la situación.
-a ver-

Dejo ambas manos sobre la mesa para que lo compruebes. Me las tomas. Mis manos están frías, las tuyas al contrario muy tibias. Espero a que te quejes por mi baja temperatura, pero no lo haces, más bien comparas mis dedos con los tuyos. Me descubres mirándote las manos nuevamente y las vuelves a esconder. Me da vergüenza y siento mis mejillas enrojecer, algo que no me ocurre con dificultad en todo caso.

Silencio. Estás a mi lado y no te conozco. Todos hablan menos tú y yo, me caes bien por eso. Tienes una mirada inquieta, me recuerda al árbol con pajaritos que hay en la esquina cerca de mi casa. Eso pienso mientras sacas tus manos de su guarida para tomar tu vaso.

-tu pestaña, mira, en mi dedo- dices con la misma sonrisa de antes.

Pongo mi dedo índice sobre el tuyo y aplasto la pestaña.

-pide un deseo- te digo fijándome en tus orejas.

Me miras la boca por menos de un segundo. Piensas desviando los ojos al cielo.

-ya- dices y vuelves a mirarme la boca.

Saco el dedo y la pestaña permanece aferrada al tuyo.

-ganaste, tu deseo se cumplirá- te digo echando mi espalda sobre el respaldo de la silla.
-¿en serio? ¡bacán! me encantó el juego, deja sacarte más pestañas- 

Reímos y luego viene un silencio.Vemos a nuestro alrededor. Todos ríen pero de sus propias conversaciones. Suena una cumbia en los parlantes y ambos meneamos la cabeza siguiendo el ritmo de esas típicas melodías de teclados de esas canciones.

-¿cómo te llamas?- pregunto tímidamente.
-María Perlita- respondes con velocidad y seriedad.
-¿en serio?-
-no, jajaja, pero quisiera-
-jaja, sería un bonito nombre en todo caso- 
-si te digo mi nombre real te vas a reír-
-tú te vas a reír del mío- 
-¿tú crees? a ver, cachipún quién dice su nombre primero entonces- me desafías con tu puño tras tu oreja.
-dale, ca....chi....¡pún!......gané- digo cerrando mi "papel" sobre tu "piedra".
-rayos- 
-su nombre señorita, por favor-
-me llamo Brígida-
-ammmmm- digo mientras pienso cómo demostrarte que no me da risa tu nombre- estuviste de santo hace poco ¿o no?-
-¡sí! Oye pero no soy brígida de "brígida" porsiaca-
-te creo, ajajaja. Bueno, yo me llamo Abdón-
-tú estai de santo el 30-
-una semana exacta después que tú- digo con seguridad tratando de lucirme.
-yo también me había fijado en ese detalle. Entonces somos un par de desdichados con nombres desdichados que están de santo el mismo mes- declaras mientras me miras sonriendo.

Pasa el rato, llegan más cervezas y la verdad nunca supe cuándo se acabaron y cuándo pidieron más. Hace frío y tengo un poco de hambre.

-oye, tengo hambre- me dices de improviso.
-ajaja, estaba pensando en eso- te confieso.
-toma-

Me entregas un bombón que sacas de tu bolsillo.

-uuh, gracias- digo abriéndolo al instante.
-de nada- respondes masticando uno.

Ambos estamos fuera de la conversación grupal. Escucho algo sobre los compañeros de básica. Definitivamente el peor tema. Me cargan los compañeros de básica. Sólo recuerdo que en esa época estaba enamorado de una niña de melena que se fue del colegio y me rompió el corazón por muchos años. Ni idea qué será de ella actualmente.

Pareciera que compartes conmigo el desinterés por el tema de conversación o simplemente el frío te mantiene silenciosa y contemplativa.

-me dio sueño, permiso- dices mientras bostezas y acomodas tu cabeza en mi hombro.
-adelante- digo con un leve nerviosismo en mi voz.

Yo apoyo mi cabeza en la tuya y ahora suena una canción de Soda Stereo.

Desde aquella noche somos inseparables. Amigos en las buenas y malas. Vecinos distanciados por algunas cuantas cuadras, pero vecinos al fin y al cabo. Desde esa vez me visitas todos los días porque dices que desde mi ventana se escuchan los pajaritos y desde mi vista las nubes siempre tienen cara de algo. Me gusta que me visites, me gusta recibirte. Ojalá te quedaras a vivir en mi pieza.

-TILLO-
Lunes, 03 de agosto de 2009 (23:29:14)