lunes, 6 de febrero de 2012

Capítulo XXXII: Bolso verde con unas montañas

Las teleseries extranjeras, no sé de que paises son, siempre se tratan de lo mismo: de gente que queda ciega, de gente que encuentra a sus padres, de gente que resulta ser los padres de otras gentes, de gente que resulta ser extraterrestre, de gente que no es tan gente, de indigentes que se vuelven millonarios, de animales que se convierten en gente, o de animales que hablan como la gente.

No debería ver tanta tele, siempre me duele la cabeza después, debe ser por la destrucción infinita de neuronas que produce la exposición de tus ojos frente a la pantalla del televisor.

Golpean a la puerta. Debe ser Demetrio y compañía. ¿y si Demetrio resulta ser un psicópata? ¿un asesino? ¿un Ryan Gosling? mmmmmmmm.

Abro la puerta y veo a dos niñas vestidas igual y a un hombre alto, bien alto en verdad. Ya, sí. Es apuesto, mi mamá no exageraba. Okey, ahora a disimular la impresión.

-hola, ¿Demetrio?-
-sí, tú debes ser...-
-Brígida, sí, dilo, no hay problema, después de unas tantas veces ya no suena tan mal-

Pucha que soy simpática, a veces pienso eso. No es de creída. Ojo.

Los hago pasar. Las niñas se van directo a ver las muñecas de trapo que guarda mi mamá en una vitrina. Demetrio deja unos bolsos en el sillón y se voltea hacia mí. Me mira y sonríe, mira a las niñas.

-bueno, la de la izquierda es Estefanía y la más gritona es la Francisca-
-hoooola!- digo y ni se inmutan.
-vengan a saludar el parcito- tampoco pescan al hermano, me hace sentir mejor.
-no importa. Te voy a mostrar la pieza que usarán, ¿te tinca?-
-perfec-
-chuta, no te ofrecí ni jugo, ¿quieres algo?-
-no te preocupes, estoy bien ¿dónde es la pieza?- dice tomando su bolso verde con unas montañas.
-sí sí, allá al fondo-

Avanzamos por el pasillo, llegamos a la puerta del final, la abro y entramos a la pieza-bodega. Está llena de cachureos, cosas de navidad y juguetes rotos.

-como ves, tenemos mucha pega-
-así veo, empezemos altiro nomás-

Comenzamos a ordenar la pieza, a botar cosas, a cambiar de lugar otras. Tuve que explicar la historia de todos los artículos que iban apareciendo, como la del delfín inflable que usaba cuando vacacionábamos en El Quisco. En ese tiempo me gustaba "Liberen a Willy" y alucinaba con mi muñeco inflable con forma de delfín (eso sonó un poco a zoofilia, acabo de arruinar mi hermoso recuerdo de infancia).

-¿y este traje de payaso?-
-ah, es que cuando chica me disfracé de la "Payasita Risueña" para un acto en el colegio-
-¿payasita risueña?-
-más respeto, ese nombre se le ocurrió a mi mamá-
-sí, obvio, con respeto lo digo-

Demetrio me mira serio, no aguanto la risa, se ríe, nos reímos.

El orden duró toda la tarde. Le di helado de tres sabores a las niñas y vieron Cars dos veces seguida, ¡quién dijo que era una película para hombres!

La pieza quedó completamente habitable para tres personas, las dos niñas dormirían juntas en una cama y Demetrio en la otra.

Cansados nos sentamos a ver Cars.

-¿la viste?- le pregunté
-no, nunca y tú?-
-mil veces, yo soy Rayo Mcqueen OKEY?-
-ah, sí, si te creo-

Silencio de 4 segundos.

-Rayo risueño-
-¡sabía que dirías algo con eso!-
-yaaaapo, que no escucho!- dijo Francisca enojada.

Nos quedamos callados. Nos quedamos sentados. Pucha que es buena Cars.

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