miércoles, 25 de febrero de 2015

Capítulo 59: Tambores en el Corazón




(…continúa del capítulo anterior)

De pronto, el clima se sintió pesado. ¿Existe eso es todo psicológico? A veces creo que eso del “está rico el día” tiene que ver mucho con tu estado de ánimo. Para algunos, el hecho de que esté nublado puede ser súper bacán, pero a otros los puede poner tristes, o a las mismas personas que les parece chori que esté nublado, quizás en otro momento les puede parecer un día feo. Todo es tan subjetivo. Igual es bacán eso, así todos pensamos y sentimos cosas distintas. Como que me fui en volá. De hecho, Demetrio me preguntó algo y no le escuché.

-perdón, que no estaba poniendo atención, qué me decías-
-ah, te preguntaba si te molestaba que te acompañara, te noto un poco en otra-
-ah, no, es que yo soy así, a veces me hablan y estoy en Marte, jajaja-
-aahh-
-no, no me incomodas- dije dando cátedra sobre mentiras piadosas.
-tenía ganas de verte-
-¿ah si? Jajaj, pero si soy tan pesá- alarma de piropo.
-no, no lo eres-
-es que no me conoces bien, si me conocieras bien, uuuf, no querrías saber de mí ni en pintura-
-eres bacán, me siento bien contigo…-
-yo creo que la gente me idealiza…-
-eres como muy piola, alegre, como muy relajá…-
-las personas suelen hacerse una imagen falsa de mí-
-quizás no es falsa, quizás eso eres-
-mmm, no sé como me soporta mi pololo, creo que tiene mucha paciencia-
-eres la típica niña que se jura complicada y que en realidad no lo es-
-aers! ¡Qué sabis tu! Jajaja-
-pa’ mí que debes tener muchos pretendientes por ahí-
-jajaja naaaa, no creo ser muy de gusto de niños-
-yo me incluyo en esos pretendientes-
-ajajajaj, mira tú-
-¿puedo estar de los primeros en la lista de espera?-
-no tenía idea que había lista de espera-
-por si te aburres de tu novio, digo yo-
-tiene pa’ rato entonces la lista de espera-
-bueno, esperaré lo que haya que esperar-
-jajajaj, ya cambiemos el tema mejor, se puso fome la conversa-
-¿te molesta que te digan las cosas tan directas?-
-no, pero es como desubicado ¿no encontrai?-
-bueno, sorry si te molesté, no era esa mi intención-
-amigos, todo lo que querai, pero nada más-
-sipos-
-eso-

Silencio incómodo. Cruzamos la plaza. Unos pájaros se echan a volar hacia un árbol. Tres adolescentes juegan con una pelota de fútbol. Una abuela pasa por mi lado, lleva un bastón. Tiene el pelo blanco y unos lentes gruesos con cadena en los lados. Es bonita.

-bueno, te dejo hasta acá-
-yapos, cuídate harto, saludo a tus hermanas- le dije mientras me daba un abrazo, el que duró más de lo que debería haber durado.
-ya, saludos a tu mami-
-okas-
-me gustó mucho verte-
-nos vemos por ahí pos-
-sipos, conversamos por Facebook también-
-dale, cuídate-
-tu también-

Demetrio se fue caminando. Yo seguí mi rumbo hacia tu casa. Nunca antes el camino se me había hecho tan largo. Me pareció eterno, como si no se fuera a acabar jamás. Ahora, todo me parece como la ruta amarilla de El Mago De Oz, pero sin leones ni hombres de hojalata ni espantapájaros, ni perros chascones. Sólo yo y mis serpentinas. Tengo ganas de verte, siento que te veo tanto pero no me canso, espero no hacerlo nunca. En todo caso, no me das motivos. Son lindos tus ojos. Son súper expresivos, no te dai ni cuenta todo lo que expresas con la mirada.

Todavía siento unos tambores en el corazón cuando toco el timbre de tu casa. Ahora, lo hago y empieza la batucada. Te asomas por tu ventana en el segundo piso. Me ves y sonríes. Tu mamá me abre, o tú a veces si le ganas. Si me abres tú, sonríes todo el tiempo hasta besarme. Tu boca se acerca a la mía y los tambores ahora toman otro ritmo, ya no es ansiedad, es pura felicidad.



FIN DE LA TERCERA TEMPORADA

Capítulo 58: “Feeling”





Estoy buscando un vestido lindo que tengo para salir a verte, pero no lo encuentro. Desordeno todo el closet, todos los cajones de mi cómoda. Veo los colgadores. Ahí está el vestido. Me lo pongo, me gusta pero no. Hace tiempo no me pongo vestidos, una vez me dijiste que te gustaban y que debería usarlos más seguidos, creo que nunca te hice caso, no sé por qué. Encuentro otros vestidos. Me pongo a auto-desfilarme los posibles vestuarios. No me convencen, parece que estoy gorda. Eso debe ser. Tienes mala mano. Claro, tú acostumbras a decirme que te gusta mi rollo en la panza. Ahora que lo pienso es una justificación bastante básica para mi gordura. Creo que no te pediré más tu opinión en temas estéticos. A veces te pregunto qué ropa prefieres en mí y me dices “da lo mismo, con cualquier ropa te ves bien”. La respuesta más penca de la historia. La verdad, creo que me ayudas muy poco con mi estética. Como consejero fashion eres el peor. Aunque bueno, si supieras mucho de moda y belleza, empezaría a creer que eres gay. Te prefiero así nomás.

Me decido por el primer vestido. Me ordeno el pelo un poco, guardo unas cosas en mi bolso y salgo de mi pieza, pero vuelvo inmediatamente. Se me quedan las serpentinas. Lo más importante. Habíamos decidido que el panorama era ir a poner tiritas de serpentina en todas las rejas de las casas que hay cerca de la plaza y simular una especie de año nuevo adelantado. Me gustan las serpentinas, el cotillón y todas esas leseras. Aunque esas pistolas que tiran espuma y mocos verdes me dan miedo un poco. En verdad me dan asquito.

Guardo las serpentinas en mi bolso y salgo, ahora sí, de mi casa. Camino con una felicidad que no sentía hace días. Es como cuando sale el sol y te ríes sola, y la gente a tu alrededor grita y discute, y tú vas tarareando una canción bien japi. Todo parece demasiado perfecto, hasta que pasa algo y te vuelve a la triste realidad. Me detengo en la esquina, pasan varios autos. Me tocan el hombro. Me volteo. Demetrio.

-¡hola pos!- me dice, mientras todavía trato de entender la situación.
-eh, hola, cómo estai- digo con una sonrisa nerviosa, no me gusta encontrarme con gente en las calles.
-bien po y tú, tanto tiempo- me da un beso en la mejilla. Siento un olor a perfume que me desagrada de inmediato.
-bien, aquí, voy a la casa de mi pololo-
-ahh, y ¿dónde vive?-
-ahí, un poco más allá de la plaza-
-te acompaño hasta la plaza, si no te molesta-
-yapo, dale-

Empezamos a caminar, no sé qué decir. Yo creo que la química entre las personas se da altiro. No me refiero a química de amor, si no de caerte bien o caerte mal, eso que llaman “feeling”, término que me carga, aparte parece nombre de helado. Creo que con Demetrio nunca me pasó algo más allá. O sea, buena onda y todo, pero nada especial.

-¿y cómo están tus hermanas?- digo para salir de este incómodo silencio.
-bien, están bien ellas. Siempre se acuerdan de ti-
-¿en serio? Jajaja, son lindas esas pequeñas-
-y tú, cómo estai-
-bien, piola-
-cómo piola-
-sipo, relajá-
-te mandé un mensaje por el Facebook-
-¿en serio? Ah, es que no me he metido-
-aam-
-¿y qué decía?-
-que si nos podíamos juntar un día-
-amm, bueno nos juntamos igual jajaj-
-las casualidades de la vida-
-jajaj sipo-
-en volá el destino nos junta-
-uh, tenís razón- dije con un claro tono irónico-

Sentía su mirada encima mío, de una forma muy invasiva, ya me estaba empezando a sentir incómoda. Un gato blanco con un cascabel se asomó de una ventana. Lo miré fijamente, Demetrio miraba la calle. Nos acercamos a la plaza. Lo único que falta es que aparezcas y te pases el medio rollo por verme con Demetrio. Sería la guinda de la torta.

(Continuará…)

Capítulo 57: Mensos Mundiales



(…continúa del capítulo anterior)

Me estoy columpiando, tú no. Pongo mis pies en el suelo y freno de golpe. Te miro, tú observas un perro café claro que sigue a una señora con una bolsa de pan.

-¿hablemos?- digo de una vez por todas.
-sí- me respondes cortante.
-ya, mira, te quería pedir disculpas por el otro día, fue súper estúpido que me enojara y que me fuera de tu casa, en verdad fue bien idiota- dije tragándome todo tipo de orgullo.
-yo también te quería pedir disculpas, debí haberte escuchado, parece que amanecí estúpido ese día, no sé-
-en verdad, los dos fuimos tontos-
-sí, no había por qué enojarse ni no hablarse-
-sipo, somos más mensos oye-
-los peores de la historia-
-mensos mundiales-
-universales-

Me tomaste la mano y me acariciaste con tu dedo pulgar. Te miré, me miraste. Sonreímos. Me diste un beso suave en los labios, de esos que son para enamorarse a cada rato de ti. Cerré mis ojos y tu mano se puso en mi mejilla. Me hiciste cariño, mientras un perro ladró a lo lejos, un auto pasó a toda velocidad y una persona paseaba silbando más o menos cerca de nosotros. Abrí mis ojos, tú los mantenías cerrados. Los volví a cerrar. Intenté morder tu labio, te reíste. Me reí.

-mensa-
-tonto-
-te quiero-
-yo más a ti-

Miraste mi mano que acariciabas. Vi cómo te preparabas para decirme algo.

-y qué onda con Demetrio-
-ninguna onda-
-¿no han conversado?-
-no, sólo acepté su solicitud de amistad-
-amm-
-deja de preocuparte por eso-
-sí sé, pero tú cachai como soy yo-
-inseguro-
-sipos-
-no tienes que sentir inseguridad por eso, no me pasa nada con él-
-gracias, sólo necesitaba escuchar eso-
-pero deberías saberlo pos, no era necesario que te lo dijera, acaso no confías en mí-
-sí, obvio que sí, pero a veces no en mí-
-¿cómo así?-
-a veces creo que va a llegar alguien y te va a gustar más que yo, porque yo voy parecerte fome y aburrido, más de lo que soy ahora-
-tonto, no pienses esas cosas, si sigues siendo como eres ahora no hay forma de que me aburra de ti-
-¿en serio?-
-en serio-
-dame un beso-

Te di un beso muy lento.  Sentía mis labios secos. Cerré mis ojos. Ahora se escuchó un avión desde lejos, una radio de un auto que pasaba y unos pájaros en el árbol al lado izquierdo de nosotros.
-estai besando bien oye- me dijiste con cara de aprobación.
-cuando he besado mal-
-al principio, no sabías dar besos-
-adondeeeeeeeeeeeee-
-wajajajaja-
-¡¡que hablador!!-
-ahora eres experta-
-cállate, imbécil-
-ahora eres el monstruo de los besos-
-la monstrua en todo caso-
-¿cómo se dice monstruo en femenino?-
-¿Sarita Vásquez?-
-ooooh, te desubicaste ahí-
-sí, nunca más-

Nos empezamos a columpiar, me gusta ver la punta de mis zapatillas al momento de balancearme. El sol no molestaba, parecía tenernos piedad. Faltaba solamente una linda canción para enmarcar el momento. Que lata no tener tus discos y una radio.

Capítulo 56: Juntémonos en los Columpios



(…Continúa del capítulo anterior)

Te llamo. Te demoras en contestar.

-hola po- dices con tono irónico.
-que ridículo tu mensaje-
-qué tiene-
-ridículo y pendejo de tu parte-
-ay, si era una broma-
-fome tu broma, aparte no lo agregué yo, él fue-
-pero lo aceptaste-
-¿está mal?-
-no, sólo que…-
-sólo que qué, a ver-
-es como raro después de lo que pasó-
-qué pasó-
-ya, filo-
-tu jurai que pasó algo todavía-
-no es eso-
-aparte, no tiene nada de malo que lo tenga en Facebook, y si te molesta, weá tuya-
-okey-
-eso, chao-
-chao-

Corté la llamada. Solté un rosario de garabatos. Encuentro tan estúpido todo. Lo peor es que tú debes estar pensando lo mismo y ninguno de los dos va a hacer algo para solucionarlo.

Doy unas vueltas por mi pieza, parezco lobo enjaulado. Pienso que en realidad sería loba enjaulada y me acuerdo del video de la Shakira. Una vez canté esa jugando al karaoke, con aullido y todo. Decido cambiar estrategia. Te llamo de nuevo. Contestas altiro.

-qué pasó-
-oye, juntémonos para conversar, antes que la pelea pase a mayores-
-yo no estoy peleando, tú eres la que…-
-no busquemos responsables ahora, juntémonos en los columpios, voy saliendo, chao-
-ya, chao-

Corto la llamada. Me pongo zapatillas. Salgo rápidamente de mi casa. Tan rápido que se me olvidan las llaves. Vuelvo, saco las llaves de encima del mueble. Salgo. Hace mucho calor. Un hombre que camina por la vereda de enfrente lleva puesto un chaleco café. No entiendo esas personas que visten na’ que ver al clima. Cuando hace frío, veo niñas con falda, cuando hace calor, veo gente con abrigos. Pienso en los góticos que se mueren de calor en verano. Pienso que ya están extintos los góticos, hace tiempo no veo uno. O será que ahora cuando hay sol se quitan el traje negro. Pienso que las tribus urbanas son chistosas igual. Si fuera de una, sería otaku, lejos. Creo que la pasan bien. Me disfrazaría de Sailor Moon, y esta vez sería Serena, porque cuando chica siempre con mis primas me tocaba ser la de Marte, que era la más bruta de todas.

Llego a la plaza, hay poca gente. Una pareja de pololos se besa en una banca. Paso por delante de ellos. Voy camino a los columpios. Veo que ya llegaste. Estás en tu columpio, el de la derecha mirando hacia la botillería del papá de la Francisca. Me ves venir. No sonríes, no haces nada. Miras tus manos. Yo no sonrío. Te miro nomás.

Cada paso hacia ti se me hace eterno. Como si el suelo se volviera arena movediza y me costara avanzar. Aprovecho de pensar las cosas que te quiero decir. Intento aclarar ideas, coordinar palabras, pero se me asoma un dolor de estómago al conectar mi mirada con la tuya. Siempre que pasan cosas así yo me imagino lo peor. En este momento, imagino que me dices “quiero terminar contigo”. Miras tus manos de nuevo. Me siento en el columpio, a tu lado. Un viento corre mi chasquilla y tu mirada se va a mis zapatillas que se balancean.

Continúa…