jueves, 27 de diciembre de 2012

Capítulo 49: El Primer Ermitaño Casado


Siento el sonido de tu alarma, me despierto. Busco tu celular, te despiertas también. Ambos buscamos tu teléfono con ojos entrecerrados. El sol entra por la ventana.

-dónde estás, maldito hijo del demonio- dices con tu tierna voz de recién despertada.
-te dije que lo dejaras encima del velador-

Encuentras el celular bajo la almohada. Detienes la alarma.

-porfa, ponle apagar, porque si no va a sonar de nuevo-
-ay, si me tengo que levantar en 5 minutos- me dices acurrucándote en mi hombro-
-pero por último 10 minutos-
-cállate y aprovéchame-
-en qué sentido, si se puede saber-
-en el que quieras-
-¿ah sí?-
-sí- te das vuelta hacia la pared.

Te abrazo la cintura y te beso en la nuca suavemente. Haces un movimiento de cabeza que yo siempre he interpretado como un “me gusta eso que haces”. Creo no equivocarme. Luego, acaricio tu pelo. Tengo una extraña obsesión con él. Siempre que lo hago te empiezas a quejar de que está feo. O también si te toco la panza, me dices que estás gorda  y así, para todo tienes un comentario.

-está horrible mi pelo- dices y me das la razón.
-déjate de decir eso-
-me relaja cuando me tocas el pelo, me acuerdo cuando era chica, mi mamá me hacía cariños en la cabeza y yo me quedaba dormida-
-y ahora yo te hago cariños-
-jajaja, claro, oye tengo una pregunta-
-decime che-
-¿cómo eras tú cuando chico?-
-¿y eso por qué?-
-¿algún día me vas a contestar sin otra pregunta?-
-¿lo hago mucho?-
-de nuevo-
-jajajaj, pucha, lo hago sin querer-
-responde y abrázame fuerte-

Te abrazo bien fuerte con mis brazos y me pongo a pensar cómo era yo en mi infancia. Siempre que me preguntan algo directamente me entra la desesperación por tener una respuesta rápida y clara, pero me pasa todo lo contrario y me cuesta ordenar los pensamientos, me enredo y no sé qué responder. Eso me sucede ahora.

-mmmm, cómo era cuando chico-

Sonó nuevamente tu alarma. Te levantaste. Yo me quedé donde mismo.

-ya, me tengo que ir, te salvó la campana-
-nopo, no te vayas-
-entonces, cuéntame pos- dices subiéndote sobre mí.
-no me acuerdo mucho, sólo recuerdo que me escondía debajo de las mesas-
-¿siempre?-
-sí, cuando íbamos a casas de familiares me escondía toda la tarde debajo de la mesa, y mi mamá me daba panes con mermelada de mora-
-que ricooo-
-sí, o galletas de soda, pero no me gustaban mucho porque se me rompían y siempre se caía la mitad-
-jajajaja, que tierno-
-que tonto en verdad-
-entonces de chico que no te gustan las reuniones sociales-
-ahora que lo pienso, sí-
-tendrías que hacerte una regresión para ver qué te pasó, quizás no te acuerdas de algo, o quizás en otra vida fuiste un ermitaño-
-es cierto, igual me gustaría ser un ermitaño-
-pero los ermitaños viven solos-
-es que sería el primer ermitaño casado-
-y sin hijos-
-exacto, sin hijos-
-tener hijos sólo en las conversaciones-
-¡que canción más buena!-
-quiero escribir canciones-
-yo no, porque cada vez que lo he intentado terminan siendo súper emo-
-es que tú eres emo-
-sí, un poco sí-
-oye-
-qué-
-si yo hubiera sido tu polola cuando eras chico, te hubiera acompañado a comer pan con mermelada debajo de las mesas-
-eso me hubiera hecho muy feliz-
-te hubiera dado un besito en la mejilla eso sí-
-sipo, a los 5 años es un poco precoz darse besos con lengua como los que me das ahora-
-jajajajaj-
-sin ponerse roja-
-no me pongo roja, hace calor-
-eres más linda que un oso panda en extinción-
-y tú más lindo que un ornitorrinco-

miércoles, 26 de diciembre de 2012

Capítulo 48: Estira el dedo chico.


Estamos tirados en el pasto de la plaza cercana a mi casa. Miramos las pocas estrellas que deja ver la noche en la capital. Se entrelazan los dedos de nuestras manos sobre el pasto.

-tengo hambre- destruyes el silencio que había durado unos largos minutos.
-¿hambre de besos?-
-no, de completos-
-que rico, yo igual quiero-
-copión-
-na’ de copión, si sabes que son mis favoritos-
-te has dado cuenta que siempre que pedimos algo pa’ tomar o comer pides lo mismo que yo-
-mmmm, no, na’ que ver-
-el otro día en la tocata, yo pedí una cerveza y tú también, después en el kiosko yo quería un maní y tú también, ahora yo quiero un completo y tú también-
-ay, pero si cerveza es lo único que tomo, cuando pediste el maní me antojé también, y los completos son mis favoritos, tu teoría es inválida-
-no, pero siempre esperas a que yo pida, y si por ejemplo yo no como nada, tú tampoco-
-mmmm, no sé ah-
-así es la cosa-
-bueno, si es así, es inconsciente en todo caso-
-ya parémonos mejor, tengo cualquier hambre-

Te paraste, te sacudiste el pasto de tu polera. Me miraste, me levanté rápidamente. Una niña pasa en un skate. Pienso que no sé patinar y que esa niña mucho menor que yo tiene más destreza de la que yo podría llegar a tener.

-te desafío- me dijiste mientras caminábamos al carro de completo más cercano.
-¿a andar en skate?, ni cagando-
-estay loco, la última vez me saqué la crestita por dármelas de Chico Jano-
-wajajajaj, ese programa, Ciudad Cuática era chistoso igual-
-¡me cargaban esas zapatillas que regalaban!-
-eran feitas-
-todas las cosas de deportistas son feitas-
-yapo, te desafío-
-a qué po-
-a comer uno de esos completos de 40 centímetros-
-uuuh, ¿estai segura?-
-más que segura-
-pero si cuando comemos pizza siempre me termino comiendo tus pedazos, cómo pretendes ganar-
-ya pero es distinto, no estamos hablando de pizzas-
-mensa, es comida, te vay a llenar antes de tiempo igual-
-no-
-si comiéramos uvas y nos repartiéramos un racimo, terminarías diciendo “ay, no puedo más, comételas tú”-dije con voz burlona-
-dos cosas: primero, no me hagas burla; segundo, yo no hablo así-
-“no me hagas burla, yo no hablo así”- repetí con la misma voz de desquiciado-
-ok, contigo no se puede hablar-
-¡ya te picaste!-
-yo no me pico-
-si, claro-
-ya mira, menos palabrita y más acción, te apuesto a que yo me como ese completo primero que tú, el que pierda tiene que cantarle al otro una canción de Arjona en el metro, cuando esté lleno de gente.
-oye bonita, vas a perder, ¿estai segura?-
-cállate y estira tu dedo chico, es un trato ¿sí o no?-

Lentamente, estiré mi dedo para cruzarlo con el tuyo. Ese gesto simbólico es un pacto de sangre, el que lo quiebra será enviado al mismísimo infierno a pagar las penas más horribles que uno pudiera imaginar. Cruzamos los dedos, me miraste a los ojos fijamente. Me impresionó tu confianza. Tenías una leve sonrisa en tu boca, creo que hasta me aterroricé un poco. De pronto, me bajó la desconfianza y me empecé a imaginar qué canción elegiría para cantarte, ya me veía perdiendo frente a ti. Creo que tu trabajo mental sobre mí estaba haciendo efecto.

-deja de hacer eso-
-qué cosa-
-de trabajarme la mente con tu seguridad fingida-
-no estoy fingiendo nada-
-pero sí eres mala para comer…-
-hola, queremos dos de esos completos de 40 centímetros- me interrumpiste para darle nuestro pedido a la señora que atiende.
-¿para servir o para llevar?- preguntó amablemente la señora que tiene cara de Teresa, no sé por qué.
-la señora tiene pinta de llamarse Teresa- me susurraste al oído.
-lo mismo estaba pensando- te susurré de vuelta.
-¡qué magico el amor!-
-wajajajaj, cállate idiota-
-¡somos el uno para el otro! Te amo, mi cielo azul- dijiste con un volumen de voz alto para que ojalá todos alrededor escucharan.
-ya, córtala-
-te pusiste rojo-
-siempre me pongo rojo-
-rojo te vas a poner cuando me termine el completo antes que tú-
-sí, claro-
-mira, ahí vienen los nuestros-

La señora con cara de Teresa nos hace entrega de unos completos ridículamente gigantes, de verlos ya me dan ganas de vomitar y explotar.

-me da 2 fanta por favor- le dices a la señora. Me miras.
-sin enguatarse con bebida-
-tú concéntrate en qué canción me vas a cantar-
-uy, la ganadora-
-cuando lleguen las bebidas, hacemos un salud y empieza la batalla-

Ambos miramos como la señora con cara de Teresa sacaba dos botellas de Fanta del refrigerador, las destapaba y se dirigía hacia nosotros, todo en cámara lenta. Las botellas estaban húmedas y caían un par de gotas de agua por afuera del envase de vidrio. La señora depositó en el mesón ambas botellas al mismo tiempo. El sonido retumbó en mis oídos. Tomaste tu bebida, yo tomé la mía. Nos preparamos para chocarlas. Sabíamos que ese momento era el pitido inicial para nuestro desafío. Tu Fanta venía en dirección a la mía. De pronto, se estrellaron emitiendo un estallido que parecía un disparo de carreras de caballos. Te miré y tu otra mano ya se aproximaba a tu completo. Todo esto en cámara lenta. Me apresuré a tomar el mío. Con la primera mordida, te atoraste y tosiste dejando escapar un pedazo de pan de tu boca. Nos largamos a reír. Pasa menos de un segundo y ya retomamos nuestra actitud competitiva. No hay tregua en este duelo. Nos podemos querer mucho pero esto es guerra declarada. Uno de los dos perecerá, irremediablemente.

lunes, 24 de diciembre de 2012

Capítulo Especial Navidad

Miras mi dormitorio buscando algo nuevo, algo que haya cambiado. Crees que no me doy cuenta de tu mirada observadora, pero te tengo identificada. Yo sé lo que buscas. Te pregunto para presionarte a que tú sola me des la respuesta.

-¿qué pasó?-
-nada, ¿por qué?-
-¿por qué miras para todos lados?-
-¿adonde?-
-ay, pa' qué te hacís la lesa-
-no me hago la lesa, oh-
-y entonces por qué estai tan inquieta-
-no estoy inquieta, estoy normal-
-eso no existe-
-sí, lo normal existe-
-qué es lo normal según tú-
-lo normal es lo común, no sé, ay, da lo mismo-
-pero si estamos debatiendo con respeto sobre el concepto de lo normal en nuestras vidas-
-mira, lo único que diré es esto: Normal con alas-
-eso era una película chilena-
-aparte-
-me acuerdo que quería verla-
-yo también, pero creo que mejor no-
-¿saldrá Benjamin Vicuña?-
-ese sale en todas las películas chilenas-
-un día van a hacer la película sobre Benjamín Vicuña y sabes quién lo va a interpretar?-
-él mismo-
-no, algun niñito de esa serie BKN-
-jajajaj y será subtitulada-

Te hago cariño en una oreja, el dedo pulgar de tu pie se resbala por mi tobillo. Te saco una pelusa que tienes en la panty. Sigues mirando a nuestro alrededor como gato buscando una mosca.

-ya, dímelo-
-qué cosa-
-dónde escondiste esta vez mi regalo de navidad-
-no, si no te compré nada este año-
-mentira, dónde está-
-en serio-
-mentira, siempre me compras algo-
-bueno, este año no-
-mentira-
-es en serio, lesa-
-yapo- pusiste cara de amurrá mezclada con tristeza y decepción.
-me aburrí de que siempre encuentres tu regalo antes de que te lo entregue, así que para ahorrarme eso decidí que esta navidad no hay regalo-
-buu, que fome-
-pero si la navidad no es sólo regalos, es una fiesta religiosa-
-esta es la parte donde te pones a cantar un villancico de mierda y unos pajaritos te acompañan desde la ventana-
-sí y yo canto la estrofa y luego por arte de magia tú te unes en el coro como si hubiera estado todo ensayado, pero ojo, es todo improvisado-
-y al final te doy un beso y te digo "amor, tienes razón, lo material no importa" y sonreímos juntos a la cámara-
-y luego nuestras caras sonrientes se imprimen en una revista estilo Atalaya-
-jjajajajaj, hemoso-
-sí jajaja-
-quiero mi regalo, ahora-
-está debajo de la cama, mensa-
-ayyyy, ¡yo sabía!-
-uy!  si siempre sabe!-
-cállate- dijiste agachándote para encontrar tu regalo bajo mi cama-
-adivina lo que es-

Empiezas a analizar el envoltorio. Tocas, aprietas pero creo que aún no lo resuelves.

-mmmm, es un anillo de compromiso, cierto?!-
-jajaja, sí, miles de ellos-
-para qué quiero miles, quiero sólo uno-
-porque siempre se te pierden las cosas-
-ah, verdad-
-viste-
-ojalá no sea un anillo de compromiso, o te pego-
-idiota, cómo pensai que te voy a regalar un anillo-
-perdón, he visto muchas teleseries este último tiempo.

Tu cara de incertidumbre es la más bonita del universo. Abres con mucho cuidado el papel de regalo con diseños de gatos. Tus ojos se iluminan cuando logras ver el contenido. Se asoma tu sonrisa y siento un sutil orgullo. Pienso "pucha que te conozco, mosco". Da lo mismo el contexto, la fiesta o la celebración. Siempre es un deleite ver esa expresión tuya de felicidad.

martes, 18 de diciembre de 2012

Capítulo 47: Las reglas son las reglas


Es de día, caminamos por una calle sin rumbo definido. Llevas unas zapatillas nuevas y tu mano no se suelta de la mía. Hay un viento que reduce el calor de la tarde. Hace tiempo que no habían días con tanto sol.

-funcionó tu parche curita, ya no me molesta el zapato-
-te lo dije, vale la pena comprar en la micro-
-sí, pero igual fue chistoso que después de que compraras 10 en $100 se subiera otro vendedor ambulante que ofrecía 14 por el mismo precio-
-es que esos eran pencas, se te despegan altiro-
-él, el que más sabe de parches-
-pero obvio, te manejo toda el área parches, desde parche león, hasta parches de batería-
-que fome, es el chiste más fome que has tirado en años-
-tengo otros peores-
-¡¡¡me carga cuando dicen eso!!!-
-ella, la que le carga todo-
-en todo caso, me cargan caleta de cosas-
-a mí no, no me gustan nomás, pero no es que me carguen-
-es que tú eres fome-
-sí se-
-y rico-
-sí se-
-jajajaja imbécil-
-deberías cambiar esa palabra, ya me está aburriendo un poco-
-nunca-

Llegamos a un semáforo en rojo. En la otra vereda hay una pareja con un globo en forma de corazón.

-¿cuándo me vas a regalar uno así?-
-cuando termine contigo-
-jajajaja, ¡los odioo! Le reventaría su mierda de globo, sólo falta que caminen como las parejas flaites, el hombre abrazando a la mujer por atrás, aaaaaaaaarg ¡me carga!-
-es lo peor-
-es como que se estuviera punteando a la mina-
-wajajajaja, no podís-

El semáforo cambia a verde, la pareja del corazón se da un beso mientras todos avanzan hacia nosotros. Yo voy a cruzar pero me tiras la mano.

-¡oye! ¡Caaa-chiii-pún!- sigo tu improvisado juego y me ganas con tijera.
-¿y eso por qué?-
-si gano yo caminamos a la izquierda, si ganas tú a la derecha-
-jajajaj ya, trato hecho-

Caminamos hacia la izquierda. El día está muy bonito, está como para que las hojas de los árboles se echen a volar. En la vereda del frente un perro le huele el trasero a otro perro.

-me gustaría tener una casa con jardín como esa- pasamos por fuera de una casa con un antejardín amplio, con árboles llenos de flores coloridas.

-¿sí? A mí no mucho, me imagino que se pueden camuflar los ladrones-
-para eso voy a tener mi escopeta, apenas se mueva algo en los arbustos ¡BUM!-
-¿y si es uno de tus gatos que anda jugando en las plantas?-
-bueno, mala suerte, total tienen 7 vidas-
-oye, ¡caaa-chi-pun!- vuelves a ganar, lo peor es que con tijera de nuevo.

Caminamos hacia la izquierda nuevamente. Un gato se asoma en una reja, lo saludas. El gato te mira fijamente. Es negro con pintitas blancas.

-los gatos se arrancan de mí-
-es que tú eres feo-
-hace un rato era rico y ahora soy feo-
-lo rico no quita lo feo-
-quién lo dice-
-la noche-
-uy, que anda rápida-
-la más rápida del oeste-
-ya, apúrate en llegar a la esquina que te gano esta vez-
-lo dudo, compañero-
-si sigues ganando empezaremos a dar vueltas en círculos-
-las reglas son las reglas-

Me miras con tu cara de victoriosa, siempre ganas en todo, siempre tienes la razón en todo. Trato de pillarte todo el tiempo y nunca lo logro.

Una pareja discute afuera de una tienda de helados, ambos miramos, ambos nos quedamos en silencio. Nadie dice nada, caminamos en silencio un par de metros.

-sin picarse si gano de nuevo- me dices con tu cara de triunfadora.

Me río nomás, sé que me vas a ganar.

jueves, 6 de diciembre de 2012

Capítulo 46: El Plan Lesbiana.



20 minutos de retraso. Las micros pasan, la gente se baja de ellas y tú no vienes en ninguna. En todo caso, no me preocupo, eres famosa por tu impuntualidad. Creo que es lo mejor, ya que yo también lo soy. Hoy llegué a la hora y pago las consecuencias.
Se baja un payaso de una micro y me acuerdo de tu odio a ellos, ni siquiera es miedo, como toda la gente que le teme, es odio y del más profundo.

-me gustaría matar un payaso ahogándolo con puros globos de esos que usan para hacer figuritas bobas- me dijiste una vez.

En la micro de atrás vienes tú, me ves desde adentro. Pones la misma cara de siempre, entre felicidad y culpa. Te bajas. Te despides de una niña que seguramente conociste recién. Tan sociable que saliste. Caminas hacia mí.

-¿habrá empezado ya?- me das la mano y empiezas a caminar.
-hola pos, llegai tarde y no me dai ni un beso que sea-
-pa’ qué querís un beso si te doy siempre-
-pero es un beso de saludo-
-ay, tanta formalidad, me paseo tu formalidad-
-¿ah si? Entonces pa’ que me das la mano si es una formalidad también-
-ah, ¿tú me das la mano por eso? Pensé que era porque me amabas-
-yo te la doy por eso, no sé tú-
-pero yooo…- dijiste simulando a Luis Miguel.
-ya, apurémonos mejor que vamos atrasados por culpa de no sé quién-
-uuuuuy-

Caminamos una cuadra en silencio, no es que esté enojado, a veces agotamos los temas nomás.

-¿soy muy pesada?-
-no, mensa-
-dime imbécil, me gusta esa palabra-
-bueno, imbécil-
-jajajjaa, suena bacán-
-¿te has dado cuenta que hablamos puras imbecilidades?-
-sí, por eso debe ser mi atracción por esa palabra-
-oye, me imagino que trajiste tu carnet, siempre te lo piden-
-chucha, creo, déjame ver-

Llegamos al lugar, es una especie de discoteque donde tocan bandas, hoy se presenta la Javiera Mena.

-acá está mi carnet-

Es bacán tu carnet de identidad porque es el único que he visto donde alguien sale bien en la foto. Bueno, debe ser porque eres bonita.

-Señorita, su carnet por favor- dice el guardia. Me miras y me río. Se lo pasas, el guardia observa tu foto y luego a ti, intentando compararte. Parece que quiere bromear.

-es ella, lo que pasa en que en persona es más fea- le aviso al guardia.
-cállate, imbécil- el guardia se ríe. Te entrega el carnet.
-¿cierto que se ve mejor en la foto?- le pregunto al hombre musculoso de la puerta.
-en ambas sale bonita, señorita- te dice.
-viste, ya entremos mejor-

Pasamos por un pasillo angosto, se escucha la música a lo lejos, hay luces de colores en el techo. Pagamos las entradas y llegamos a la pista de baile, hay bastante gente. Al fondo el escenario aún vacío. Los instrumentos ya están listos.

-era simpático el guardia-
-tonto, me estaba joteando-
-¿en serio? No caché-
-nunca cachai nada po oye-
-le voy a ir a sacar la cresta entonces-
-ya, yo te espero acá-
-pero acompáñame que sea, si es para demostrar mi hombría contigo-
-no, es que ya va a salir mi polola Javierita-
-ya, entonces vamos después-
-oye, y ¿con qué pretendes pegarle a ese mastodonte de la puerta?, porque te recuerdo que no tienes mucha fuerza en tus brazos, menos en tus puños-
-mmmm, me voy a comprar alguna botella de algo, no sé que venden acá aparte de cerveza, ¿venden garrafas?-
-wajajajajaj ¡imbécil!- me abrazas fuerte y me das un beso.
-ahí salió la Javierrica, mira-
-oye, eres el imbécil más lindo del universo-
-¿más que tu polola Mena?-
-mmm sí, contigo no me funciona el plan lesbiana-

domingo, 7 de octubre de 2012

Capítulo 45: Esas cosas nunca se saben

Me suena el estómago, el tuyo también. Estamos de lado acostados en la cama, mirándonos a los ojos. Nos reímos. Cada vez que ríes miras hacia abajo, vuelves a mirarme y me das un beso. No quiero levantarme y creo que tú tampoco.

-no quiero levantarme- me adivinas el pensamiento.
-quedémonos acá-
-¿habrá algo mejor que quedarse en la cama?-
-eso es como una canción de Pedropiedra o no?-
-sipo, me la sé en la guitarra-
-por qué no la tocai? hace tiempo no te veo con la guitarra-
-mira tú, yo toco la guitarra cuando quiero-
-ay, pero si te ves tan bonita guitarreando-
-tú creís que toco para verme bonita?-
-no dije eso-
-oye, yo no canto por cantar...-
-jajajaja, estúpida-
-qué quieres que te toque?-
-epa-
-yaaaaaa, que básico tu humor. Adios-

Te giraste y me diste la espalda. Estás chascona, así me gustas más. Enredo mis dedos en tu pelo y luego te beso la nuca. Prendes la radio, suena una torpe canción tropical. Nos reímos.

-mataste todas las pasiones, qué querís que te diga-
-pesaito, tú concéntrate en lo que haces-

Rodeo tu cintura con mis manos, mientras me dejo suspirar en tu oído, justo cuando encuentras en el dial una canción de Norah Jones. Te giras hacia mí. Nos besamos por más de 15 canciones y 8 tandas comerciales. Fueron puros temas bonitos y no hubo necesidad de cambiar de estación radial.

Me mordiste el labio, te mordí el tuyo. Te reíste.

-¿qué pasó?-
-nada, menso-
-y de qué te ríes?-
-de nada-
-yapo, dime-
-si no es nada oh-
-dime-
-oooh el cabro porfiao-
-qué pasó-
-estaba pensando que eres el niño que más amo en este mundo, y que si no te tuviera conmigo, yo me moriría de pena. Eso estaba pensando-

Acto seguido, te pusiste a llorar, te diste vuelta hacia la pared. Sonó una pésima balada romántica en español. Apagué la radio. Puse mi mano en tu hombro. Volví a encender la radio, cambié rápidamente hasta caer en un tema de Coldplay. No es que quiera musicalizar tu emoción, pero me pareció correcto dejarla ahí.

-estai bien?-
-no me hagai caso, son leseras mías-

Me quedé mudo por varios segundos, no sabía qué decir ni cómo reaccionar. Te abracé y entre tartamudeos por fin hablé.

-tú eres todo para mí, no sé si estás al tanto de eso, pero quiero decirte que no te pienso dejar nunca en la vida-
-no digas eso, esas cosas no se saben-
-si sé pero no tengo por qué pensar que sí-
-a veces es bueno ponerse en todas las situaciones-
-a veces, simplemente no hay que pensar y sólo hay que vivir-

Me puse arriba tuyo, me miraste, te secaste las lágrimas, se te caían los mocos. Te di muchos besos, partiendo por el cuello hasta tu nariz. Sonreíste. Me diste un beso tan suave como las sábanas recién lavadas.

-qué canción quieres que toque?-
-esa de Calamaro-
-la parte de adelante-
-esa-
-¿está afinada la guitarra?-
-puede no estarlo y a ti te va a sonar bonita igual-
-jajajaj, ridículo-

Te acomodaste en la cama, tomaste la guitarra, afinaste de oído y comenzaste a cantar. El mayor placer que tengo es verte marcar los acordes con tus pequeños dedos. No existe un momento en la vida que sea mejor.




miércoles, 19 de septiembre de 2012

Capítulo Especial: Fiestas Patrias

Corren las nubes por el cielo. Los árboles se mueven suavemente, mientras tú te comes la aceituna de la empanada. Me gusta verte comer porque lo haces concentrada y me da risa, aparte te miro porque sé que te molesta que lo hagan mientras comes.

-¿te dije que yo me tragaba los cuescos de aceitunas?-
-estai loca, cómo te los vai a tragar-
-sipo, igual que los chicles-
-que eris mula, eso te haría mal-
-bah, quién se los traga, tú acaso?-
-no, pero no te creo-
-ah no?-
-nopo, ver para creer, como dicen-
-otro día- dijiste echando a volar el cuesco.
-viste que es mentira-
-ay, nunca me crees nada, tengo que estar mostrándote todo para que me creas-
-ay, mejor vamos a elevar el volantín del Colo-Colo que compraste-
-que, si ni sabes elevar-
-nopo, y seguro tú sipo-
-obvio, para qué iba a comprar un volantín si no sé elevar-
-porque te gusta el Colo-Colo-
-obvio que no, aparte, no me gusta, sólo que a toda mi familia le gusta-
-aparte puro pierden ahora-
-aparte, tú no hables de fútbol que eres el que menos sabe de eso en la vida-
-te cayó mal la empanada o qué, que andai tan chorita-
-no, la verdad no, pero me quedó un aliento rico, dame un beso?-
-ya, pero déjame comer empanada también-

Me pasaste el resto de empanada y me lo devoré en segundos. Igual no te quedaba nada.

-listo, dame un beso-
-nopo, dámelo tú, si yo te dije primero po-
-oooooh la cabra pesaita!-
-oooooh el weón que se caga con un beso-

Me lancé sobre ti y te di un beso bien largo, sentimos el sabor a cebolla, carne y huevo impregnado en nuestras bocas.

-sale de acá, asqueroso!-
-jajajajaj, no queriai beso?-
-no, ya no, dame bebida-

Tomaste un buen sorbo de Bilz, mientras me mirabas.

-tienes un pedazo de carne en el diente-
-¿en serio?- me pasé la lengua por sobre los dientes.
-nooo, era mentira wuajajajaj-
-aja ja ja que chistosita-
-siempre caes, eres terrible menso-
-como los que están marchando más alla?-
-no no tanto.

Pasó un avión por el cielo y nos quedamos en silencio. Me miraste y sonreíste. Tenías un pedazo de cebolla en el diente.


miércoles, 29 de agosto de 2012

Capítulo 44: La regla de la comida que se cae al suelo

El sol se entromete a través de la cortina y dibuja unas caras en el techo. Me hacen pensar en ese retrato hablado boliviano. Duermes a mi lado, con la almohada marcada en tu mejilla. Me acuerdo que esa es una de las cosas que te cargan y que no entiendes cómo aún no inventan unos protectores de rostro "anti-marcas de almohada". Te cubro en hombro con la frazada.

-mmmmnooo, hace calor-
-desde cuándo tan calurosa, señorita friolenta?-
-pero si hace calor po, abre la ventana porfis-
-me da flojera levantarme-
-yapo-
-después-
-yapo feo-
-anda tú-
-pero si tú estai más cerca-
-pucha pooo-
-yapo y te doy un besito-
-cha! quesaen de chantajes-
-quesaen de ser irresistible-

Me levanto y abro la ventana, no por darte la razón. Es verdad, hace bastante calor.

-quesaen de tenerte pa los mandaos, wajajaja-
-ooh, que desagradable la cabrita-
-te tengo dominado, igual que tu mami-
-blablabla-
-queda yogurt?-
-me lo comí todo anoche-
-maldito puerco-
-estaba ricoo-
-¿le pasaste el dedo?-
-sí-
-puchaa, ah pero ¿queda Chocapic?-
-sí, pero botado en el suelo-
-ah, igual pos, lo devolvemos a la caja y listoco-
-cochina, no cachai la regla de la comida que se cae al suelo acaso?-
-no, ¿cuál es esa?-
-la regla dice que si la comida que se cae pasa más de 3 segundos en el suelo, ya no se puede recoger-
-pfffffffffff, ¿quién inventó esa regla tan descriteriada?-
-ya, cómo no lo cachai, es cultura general-
-wajajaj, está en la constitución?-
-así es-
-vas a ver lo que hago con tu regla-

Te levantaste rápidamente de la cama y te pusiste a recoger todo el Chocapic del suelo. Yo me reía nomás.

-miren a la niñita, tiene hambree-
-"miren a la niñita, tiene hambreee"-repetiste con tono de burla.
-pooobrecita, no le dan comida en la casa-
-mira, llevo 152 cereales recolectados, y tú queriai botarlos-
-hágamos algo, te doy un beso por cada cereal que haya en esa caja-
-ya! pero ¿me los puedo comer igual después?-
-nopo-
-ah, entonces anda a darle tus besos a la señora de la esquina-
-prefiero comer cereal del suelo-
-qué esperas para ayudarme?-

Ganaste. Como siempre. Te ayudo a recoger, mientras me miras con la misma cara de felicidad que tienes cuando me comprometo con tus nobles y curiosas causas.

El viento mueve la cortina, la cortina dibuja figuras en el techo, las figuras tienen forma de cereal y tú de 10 Chocapic recogidos te comes 2.




jueves, 9 de agosto de 2012

Capítulo 43: ¿Hablemos de Amor?


(continuación del capitulo anterior)

Desde el borde de la cama me miraste y nos quedamos en silencio esperando a que uno de los dos dijera la primera palabra. Movías tu pie derecho en pequeños círculos. Sacaste de tu bolso una caja de Chocapic.

-¿quieres?- me dijiste estirando la caja hacia mí.

Saqué un montón  de Chocapic con mi mano izquierda, me los llevé a la boca, quedaron algunos fuera. Con mi otra mano tomé el yogurt de plátano sobre mi velador y tomé un poco. Dentro de mi boca se mezclaba todo y con mis dientes molía cada uno de los cereales. Te ofrecí el yogurt. Hiciste lo mismo que yo.

Me agaché hacia tus pies que ahora se movían en conjunto. Desaté los cordones y te quité las zapatillas. Me miraste y sonreíste como cuando uno lo hace y lo intenta disimular pero no lo logra. Tiré las zapatillas bajo la cama y tú te metiste bajo las frazadas. Te imité. Me miraste un buen rato. Yo te miré también. Ambos no pudimos evitar las sonrisas en nuestra cara. Yo abrí fuego.

-idiota-
-aweonao-
-estúpida-
-sacowea-
-imbécil-
-feo culiao-
-bonita-
-aaaaaaaaay-
-qué tanto “aaay”-
-tú que me dai rabia-
-tssss, y tú?-
-yo me porto bien-
-ya-
-oye-
-qué-
-hablemos-
-¿hablemos de amor?-
-sipo, de amor-
-yapo-
-ya, mira. No entiendo por qué te fuiste corriendo como una nena el otro día-
-ah, claro, seguro me iba a quedar a ver el espectáculo que tenías con tu amiguito-
-¿espectáculo? Te pasaste-
-bueno, el besuqueo po-
-qué????!!!!!-
-ahora lo vai a negar-
-oye, estai loco, no nos dimos ningún beso, el loco quiso pero yo nunca quise-
-¿y entonces que vi?-
-tú entraste cuando este loco se estaba acercando a mí, pero no pasó nada-
-y por qué no me paraste cuando me iba para explicarme eso, nos hubiéramos ahorrado todos estos días enojados-
-porque no voy a andar corriendo detrás de nadie, menos de alguien tan taimao y pasao a rollo como tú-
-ah, ya ahora la culpa es mía, como siempre-
-no, no sé si hay culpa, fue todo un malentendido nomás-
-pucha, esperé que me llamaras y nada-
-pucha ya perdón, igual tenís razón-
-por fin tengo la razón una vez en la vida-
-yaaaa tonto sopenco, oye estai lindo-
-blablabla-
-mírame-
-qué-

Me diste el beso más lindo y más esperado de todos los besos. La caja de Chocapic cayó desde la cama y se escuchó como se desparramaba el cereal por todo el suelo. Prendiste la radio mientras me besabas (vieja técnica tuya), empezó a sonar una canción bonita. Quise acordarme del nombre, pero no pude, soy hombre y puedo concentrarme en hacer una cosa a la vez.

-cómo se llama esta canción- me preguntaste.
-eso mismo estaba pensando-
-oye-
-qué-
-te amo-
-yo también-

Un perro ladró a la distancia. Otros varios le siguieron en coro. Un auto frenó. Se escuchó la sirena de los bomberos, ¿o de la ambulancia? No tengo idea. Te miré a los ojos y ordené tu chasquilla hacia un lado. Puse tus pelos rebeldes sobre tu oreja y te escondiste en mi cuello.

-piedra angular-
-qué cosa?- pregunté recorriendo con el dedo índice el camino de tu nuca al hombro derecho.
-piedra angular, así se llama la canción-
-ah, verdad-
-¿cuántas vueltas más nos tendremos que dar?-
-para que nos pongamos a vomitar?-
-no calza pooo-
-ay-
-oye-
-qué-
-mmm no nada, se me fue-
-cállate un rato será mejor-
-sí, verdad-

domingo, 8 de julio de 2012

Capítulo 42: Llevo la caja de Chocapic

Despierto de golpe. Suena tu ringtone en mi celular. Cuando tú me llamas se escucha la canción "Jump in the Line" de Beetlejuice. Intento encontrar el teléfono sin mirar, paso a botar un vaso que lleva días en el velador. La verdad no sé si todavía tenía algo de bebida, espero que no. Tomo el celular que sigue sonando.

-alo-
-¿y tú?-
-yo que-
-que no me llamas-
-ah, yo te tengo que llamar-
-¿a ver, niñito, estai enojado?-
-no, si estoy súper feliz-
-y por qué estai enojado, si se puede saber-
-si sabes, para qué te haces la mensa-
-no, no sé-
-ya, bueno da lo mismo-
-ya, que lata, te llamo y te ponís así-
-¿así como?-
-qué onda, te tengo que explicar todo-
-qué te pasa, te juro que no te entiendo-
-ya, ¿sabis qué? mejor hablemos después-

 -pero pucha…-
-chao, cuidate-


Cortaste la llamada. No entendí nada, pero tengo el presentimiento de que me estás dando vuelta todo. Típico de ti. Como los equipos dan vuelta los partidos de fútbol. Así mismo. Te debería llamar de vuelta. Marco tu número. Corto altiro. Miro la pared de mi pieza que está llena de recortes. Pienso en mandarte un mensaje. Pienso que mejor no. Pienso que esto debería ser en persona. Siempre recurro a los mensajes y ahora que lo recuerdo, nunca traen el resultado que espero. Suele malentenderse todo.

Me llamas de nuevo. Contesto rápidamente.

-qué pasa-
-¿oye te puedo ir a ver?-
-ya-
-pero espérame ahí nomás-
-bueno-
-llevo la caja de Chocapic porsiaca-
-jaja bueno-
-chao amermelao-
-chao nomás-


Terminada la llamada recién puedo respirar hondo. Me acordé que tengo un yogurt de plátano en el refri. Lo voy a buscar. Bajo la escalera rápidamente. Llego al refri. Saco la mercancía. Subo a mi pieza corriendo. Recojo la ropa sucia, los papeles, los envases de chocolates, los recortes, los lápices, los discos, las piezas del rompecabezas, los palos de helado, los juguetes.

La cama no la ordeno porque siempre que llegas te metes a ella y la desarmas. Típico de ti. Llegas, te sacas el montón de ropas y accesorios de invierno (chaquetas, chalecos, camisetas, gorros, guantes, bufandas, etc), te quitas las zapatillas, te metes a la cama, esperas a que yo ponga un disco, te enrollas, me miras y dices "está helada tu cama". Después dices "yapo guatero, abrázame". Te voy a abrazar y me das la espalda. Te hago cariño en el pelo (eso me relaja) y bostezas. Cierras los ojos y haces un movimiento como de gato. Tu pelo se me enreda en los dedos, pero lo acaricio con cuidado, igual soy torpe y a veces lo tiro. No dices nada. Siempre termino con mi nariz husmeándote la nuca. Ahí no tengo claro lo que viene, siempre ocurren cosas distintas.

Me imagino tu recorrido a mi casa. Esa calle que cruzas a la vereda contraria para evitar los perros que ladran fuerte. O la cuadra que eliges transitar para no encontrarte con esa señora gitana que siempre te dice cosas. Después, llegas a mi casa, abres la reja, entras, cierras con cuidado. Caminas por el antejardin, golpeas la puerta. Mi mamá te abre y la saludas de beso y abrazo. Mientras subes la escala pides permiso. Golpeas mi puerta. De hecho, ahora lo haces. Te abro la puerta. Me miras. Te miro, luego miro el suelo. Hay un envase de un frugelé verde claro. Silencio de 3 segundos. Entras a mi pieza y cierras la puerta. Me miras y dices:

-hola-
-hola-

Te quitas la chaqueta, la bufanda, los guantes, el gorro, te sientas en el borde de la cama. No te quitas las zapatillas.

(CONTINUA EN EL PROXIMO CAPITULO)




martes, 3 de julio de 2012

Capítulo 41: Películas que me recomiendas tú.



Me quedé dormido con la ropa puesta. Con zapatillas y todo. Miro el celular, no tengo ni llamadas ni mensajes tuyos. Yo sé que no me vas a llamar, porque a ti te gusta darle tiempo a las situaciones conflictivas. Lo que todavía no tengo claro es en lo que tú estás pensando en este momento. ¿Pensarás en Demetrio? ¿En mí? ¿En la lluvia? ¿En tomar té?

Tengo ganas de darme vuelta algún juego, pero en verdad no sé cual podría ser. Pienso en lo bacán que es el Donkey Kong, pero lo descarto inmediatamente porque ya me lo he dado vuelta un montón de veces. Creo que mi mundo favorito es de las industrias. Es cuático, pero lejos el más complicado es el de la nieve. Me carga como se resbalan los monos. Igual encuentro súper fome la gente que en la etapa del carrito hace la clave para pasarla rápido. Se juran bacanes pero no cachan nada.

Me acuerdo cuando jugábamos Street Fighter en mi Super Nintendo. Yo jugaba con Ken y tú con Chun-Li. Te ponías al tope de tu lado y empezabas a presionar el “A” para hacer el ataque de patadas. Yo te lanzaba los “aduken” y tú los saltabas y de nuevo empezabas tu ataque de patadas. Así sucesivamente hasta que yo me acercaba y terminaba cayendo en tu trampa. Me daba una rabia enorme y tú lo sabías e igual lo hacías. Eso es maldad.

Anda una polilla en la habitación. Me acuerdo de que te cargan las polillas. Se escondió detrás de mi mueble con figuritas. Me da una lata ir a matarla. ¿Por qué debería matarla? Si no me hace nada. Igual me cargan los bichos en general. Ya no siento más su aleteo. ¿Te conté que conocí una persona que se metía las polillas a la boca? Me parece que no.

Tengo ganas de ir al cine. Solo. Es bacán. Hace tiempo no voy solo. Siempre voy contigo. Antes iba sin la compañía de nadie  y me gustaba porque al salir de la función me quedaba pensando muchas cosas y las conversaba conmigo mismo y me iba en voladas súper cuáticas. Igual admito que las voladas que nos pegamos entre los dos son las más bonitas, pero a veces, creo yo, son necesarios los monólogos, como ahora. Como tú y yo distantes. Hace tiempo no discutíamos. De hecho, ¿hemos discutido alguna vez? Creo que no. Somos tan parecidos que lo que menos hacemos es discutir. Y si discutimos es por opiniones de cosas tan absurdas como cuál película de Nicolas Cage es la peor, o cuál de las canciones de El Rey León es la mejor, o cuál de los videos de The Chemical Brothers es lejos el más bacán, o por cuál chocolate del kiosko es el más rico. Pero al final siempre te termino encontrando la razón, porque cuando yo la tengo te limitas a decirme “sí, es cierto”, y no me discutes nada, y lo dices con un gesto de afirmación muy lindo que sacas. Siempre sacas gestos bonitos, es como sacar trucos en los videojuegos.

No sé qué puedo ver en la pantalla grande. Está todo tan fome. Tengo muchas películas anotadas en esa libreta que me regalaste. Hay una página especialmente dedicada a las películas que me recomiendas tú. La última que le achuntaste fue 50/50, aparte sonaba “Yellow Ledbetter” de Pearl Jam al final y me quedé pa’ dentro mucho rato. Estaba en mi sillón y miré la tele un buen rato. Luego puse mi cabeza de lado encima del sillón. Me acuerdo que te llamé cuando todavía pasaban los títulos.

-¿estai llorando?-
-no, no pude-
-¿querí un abrazo?-
-en verdad, sí-
-voy para allá-
-pero igual es tarde-
-¿tarde para qué?-
-ya, te voy a encontrar-
-ya, chao-


Vibra el celular. Es un mensaje. De inmediato se me aprieta el estómago. Lo veo. Es un mensaje para que cargue mi celular. Lo dejo de vuelta en el velador. Me acuesto. Pongo la radio.  La apago altiro. Me doy vuelta para la derecha de mi cama. Pienso en que sería bonito soñar con Winona Ryder o algo así. O contigo mejor.


http://www.youtube.com/watch?v=8EajftSAV0I

miércoles, 27 de junio de 2012

Capítulo 40: Yo me enamoré altiro de ti

(me aburrí de los números romanos)
Tercera Temporada:

Salí de tu casa mirando el suelo. Caminé apurado. Escuché partir el auto de Demetrio y no miré. Escuché como no me llamaste para que no me fuera. No me importó. En verdad sí y mucho. Yo nunca me enojo y creo que esta vez lo estoy.

La gente conversaba como si nada, los autos transitaban como si nada. Yo caminaba rápido con ganas de encerrarme en mi pieza y poner algún disco de principio a fin y ponerlo de nuevo si es que era necesario. Llegué a mi casa, subí las escalas, cerré la puerte. No lo hice fuerte, pero me tenté a hacerlo.

Me tiré a la cama. Me puse a pensar en un montón de leseras que casi ni las puedo detallar. Pensé en cuando te conocí, las primeras veces que te vi, la forma en que se me apretaba el estómago cuando me mirabas a los ojos. Recordé también cuando fuimos a comer galletas y yo decía tonteras y tú te reías y me parecías la más linda y yo el más idiota. Y por cada chiste que te sacaba, miles de sonrisas tuyas me ponían la cabeza a volar. Yo me enamoré altiro de ti. No lo pensé dos veces ni tres. No tuve que esperar nada para eso. Guardo hasta ahora cada una de esas palabras que me decías, cada uno de esos chistes que tirabas, cada gesto que hacías al reírte o al decir palabras feas.

Me acordé de cuando te caiste en la escalera del Metro, cuando lloraste en el cine porque se te cayó un helado. Me acordé de la cara que pusiste cuanto te dije que me pasaban cosas con tu cuello, o cuando te dije que si te seguías tomando el pelo yo me iba a enamorar de ti. Me acordé cuando me tiraste un escupo en la espalda y te hiciste la tonta todo el camino. Eso en verdad fue feo.

Uno es tan tonto cuando te gusta alguien, pero a la vez es tan bonito que no puedo pensar sólo en lo inseguro que me siento después de verte con ese tipo.

No puedo dejar de recordar cosas y me agota. Te veo con tu polera blanca con líneas negras, con tu polera rosada con letras feas, con tu polera rota en el hombro derecho. He sumado tantos momentos contigo que podríamos hacer un DVD de Grandes éxitos.

Lo que más me carga es que ha pasado una hora y no me llamas. Salí de tu casa y no me detuviste. Por lo que veo, no tienes palabras para explicarme lo que pasó. Pero en el fondo, no puedo llorar ni sentirme deshecho porque así como las cosas se inician también se acaban. Eso pienso ahora.

¿eso pienso ahora?

El celular permanece en mi velador y no acusa tu llamado. Creo que dormiré lo que queda de tarde. Mi cabeza sigue pensando pero ya no quiero. Se me ocurren historias donde tú me dejas por Demetrio, o tú vienes y me asesinas, o viene Amalia y me besa. El pensamiento debería tener un botón de apagado. Siempre lo he pensado.





martes, 26 de junio de 2012

BRIGIDA & ABDON ESPECIAL INVERNAL: Un Abrazo Promedio

Afuera llueve. Llueve con ganas. Me da risa cuando me dices “te tengo ganas”.

Me acuerdo la segunda vez que te vi. También llovía y nos juntamos en la Quinta Normal para imaginar “en terreno” cómo sería “El Primer Circo de Puros Mimos”. Desde la vez que te vi, cuando me diste un bombón, hasta esa vez en la Quinta Normal habíamos hablado un montón por el chat y de esas conversaciones salió ese proyecto, que según tú sería un éxito rotundo. Yo te sugerí que quitáramos la palabra “puros” al título, pero dijiste que eso le daba el toque de barrio al asunto.

La idea era montar la carpa del circo en plena Quinta Normal y teníamos que ir allá para tomar medidas del terreno, para ver dónde era el mejor lugar sin árboles, etc, etc. Así que ahí estábamos, bajo la lluvia torrencial en medio del parque. No había nadie, pero estaba abierto. Llevabas una parka y unas botas moradas. Tenías la cabeza descubierta y te estabas mojando toda. Te presté mi gorro favorito que llevaba puesto. Algo mencionaste cuando lo viste pero no recuerdo bien qué era. Traté de ponerlo en tu cabeza con mucho cuidado, porque suelo ser torpe para esas cosas.

-oye, gracias pero sin tirarme el pelo ya?-
-pucha, perdón-
-jajajja, que eres tierno-
-por qué-
-porque lo eres, mírate la cara-
-yapo, para de humillarme, eso es lo peor que te puede decir una niña-
-yaaaaa, le pusiste color ahí zii-
-¡pero si es verdad!-
-la ternura está subvalorada-
-¿tú crees? Es que soy inseguro, no sé-
-la inseguridad también está subvalorada-
-pucha, no quiero ser wini de pu-
-aaaaaaaaay, ya, mira. Quédate parado aquí-
me agarraste las mejillas- y mírame a los ojos- me quedé en silencio y te hice caso- tú eres tierno y por lo mismo, más lindo de lo que te imaginas. No deberías avergonzarte por cómo eres. Eres un bacán y punto-

Te fuiste caminando parque adentro. La lluvia caía tan fuerte, yo estaba mojado entero. Parecía como si me hubiera lavado el pelo recién. Te seguí hasta que te detuviste.

-acá encuentro que es perfecto para el circo-
-sí? Por qué?
-porque mira, la luz entra tan bonita por esos árboles y acá se forma como un círculo, ideal para montar la carpa-
-oye y una pregunta, con todo respeto-
-sí, dime-
-por qué un circo de puros mimos-
-porque son calladitos, como tú-
-pero los calladitos somos lo peores-
-eso está por verse-
-ajá-
-nada de ajá y vamos sacando la huincha-


Me reí, pero tu no. Saqué la huincha que le pedí a mi mamá, la que usa para tomarle medidas a sus clientes. Te miré de nuevo y te reíste. Ahora sí que sí.

Esa día llovió hasta el anochecer. No andaba nadie en las calles. Los charcos en el suelo se querían apoderar de toda la superficie. Pese a todo, logramos la meta. Creo que cuando nos sentamos a descansar en una banca te dije una indirecta, pero tú nunca la entendiste. Igual mejor, porque soy pésimo para esas cosas, al final las cosas pasaron nomás. Me acuerdo que te hice cariño en el pelo y luego te paraste. Yo no sabía qué pensar en realidad. Pero me quedé tranquilo cuando al despedirnos me abrazaste más segundos de lo que dura un abrazo promedio. Es curioso ese concepto. ¿Te has puesto a pensar en cuántos segundos es lo que tiene que durar un abrazo para dejar de ser un abrazo normal?



miércoles, 6 de junio de 2012

Brígida & Abdón Capítulo Especial Bailable: Lo Que Te Decía Cuando Bailábamos

Me acuerdo cuando estabas terrible feliz bailando. Me miraste, te reíste sola y te acercaste a mi oído. Gritando, porque el alto volumen de la música lo hacía necesario, me dijiste:

-¡podrían poner el meneito!-
-pero como que no pega con I wanna be sedated-
-cómo que no! las dos me las bailo cagá de la risa-
-anda a pedírsela al DJ-
-no, tay loco-
-se te consume-
-cállate y baila nomas ooooooh esta es buena!-

Sonaba The Magnificent Seven. Había un tipo bien borracho que bailaba solo al medio de la pista. Te veías tan feliz y me gustaba porque no te quejabas por nada. Estaba lleno de gente súper loca, pero a ti te daba lo mismo, sólo disfrutabas y sonreías. De nuevo te acercaste y me gritaste en la oreja:

-oye! bailai bonito-
-¿qué?-
-que bailai bonito!

Te alejaste y me miraste a los ojos. Volviste a acercarte.

-bailai como dando unos saltitos lindos!-
-jajaja, no sé bailar, bailo pésimo!!-
-pésimo baila él!-

Apuntabas a un tipo de polera rayada que parecía bailar a lo "wachiturro".

 Era chistoso reírse de todo lo que pasaba. Un tipo tenía un vaso en la cabeza y no se le caía, a pesar de menearse al ritmo de "Girls and Boys" de Blur. Había una rubia muy motivada cerca de la barra. Te dije que era como "Coyote Ugly" y te reíste harto rato. Dijiste que no te daba la valentía para pararte sobre la barra y prenderle fuego. Te dije que te creía capaz.

-calmao, voy por fuego-

Fuiste al baño y te tuve que esperar bailando solo. Volviste, nos miramos y entendimos que era momento de marchar. Para salir del lugar tuvimos que recorrerlo bailando al ritmo de una canción super noventera. Pucha, soy el peor con los nombres.

Nos dolían tanto los pies. Nos fuimos cantando el meneito. Tú me enseñaste a bailarlo.

-oye pero es el "meneaito", no el "meneito".
-como sea, la wea se baila de la misma forma.
-ella la Maura Rivera, la cocotera.
-estai picado, Rodrigo Díaz?-

Vimos pasar al curaito que bailaba solo al medio de la Disco. Se tambaleaba de lado a lado.

Camino a tomar la micro te dije un chiste y no lo entendiste.

-eso era lo que te decía cuando bailábamos. No te acordai?-
-es que quizás no te escuché bien-
-estabai curá-
-sí, caleta-
-faltó tomarse algo más pa lograr el Coyote Ugly-
-faltó más nariz tuya en mi mejilla-

Tenía mi nariz helada y tus manos también lo estaban. No había nadie en la calle y yo estaba silbando una canción bien bonita que no recuerdo el nombre, apenas me acuerde te digo.

La luna tenía forma de sonrisa y parecía que caminábamos directo hacia ella.

Jueves, 07 de junio de 2012 (02:40:56)


martes, 14 de febrero de 2012

Capítulo XXXIX: Te presento a mi pololo

Hoy día se va Demetrio y las niñas. Han estado empacando y ordenando la pieza. Yo les ayudé en lo que pude. Le dije que no se preocuparan, que yo terminaba de ordenar, pero Demetrio quiso dejar todo tal cual estaba cuando llegaron.

Me despedí de las niñas, las abracé, les dije que se cuidaran, me dijeron que sí. Me dieron las gracias por todo, y me dijeron que era linda. Ahí me emocioné un poco, ahí se asomó de nuevo el perfil maternal y tierno, ese que nunca soy.

Las niñas hicieron unos dibujos en un cuaderno que les presté. Los miraba mientras terminaban de ordenar sus cosas. Habían un montón de paisajes de cerros con casas y árboles y ríos. Lo divertido era que apenas avanzaba las hojas del cuaderno, la casa del paisaje se iba deteriorando más y más. Ya sea por tamaño, por el color, por la calidad de los trazos. En realidad no es divertido, pero era lo único que cambiaba al pasar las hojas. Todo lo demás se mantenía tal cual.

Las niñas estaban listas. Demetrio también. A Estefanía le pasé un yogurt de damasco y a Francisca uno de frutilla.

Los acompañé a la puerta, un auto los esperaba afuera. Demetrio llevaba el bolso verde. Lo dejó dentro del auto y vino a despedirse de mí. Me acordé de que le tenía un regalo. Le dije que me esperara. Fui a mi pieza, busqué la foto del perro "pirata", dentro de mi cajita con quiltros vagos. Pensé que sería un bonito regalo. Me doy vuelta para dirigirme a la calle y está Demetrio en mi pieza.

-me asustaste, tonto- me río, con el corazón a full.
-es que te quería dar un abrazo, y allá afuera hay mucha gente-

Se acerca y me abraza, fuerte. También lo abrazo, después de todo igual me cae bien.

-gracias por todo-
-no tienes por qué agradecer-
-sí, te portaste un siete con las niñas y conmigo igual-
-no podía ser de otra forma, hay que ayudarse frente a estas catástrofes-

Demetrio detuvo el abrazo para mirarme con ternura. Me volvió a abrazar.

-espero volver a verte por ahí- dijo.
-yo creo que nos toparemos en alguna parte-
-también lo creo, y conversaremos sobre el amor y otras cosas complicadas-
-jajaja, me encanta, me encanta complicarme la vida con preguntas tontas-


Demetrio detuvo el abrazo nuevamente, me miró a los ojos, pasó por mi boca y luego hacia mi oreja derecha. Quitó unos pelos que tenía y los ordenó tras ella. Lo hizo muy lento y admito un nerviosismo en mí.

Los siguientes segundo parecieron eternos. Podría haber ido a almorzar, haber comido el postre y haber vuelto al lugar, antes de que Demetrio retomara sus palabras. A propósito de postre, hoy comimos semola con leche, de esa exquisita que hace mi madre, yo creo que su única especialidad. La que mejor cocina en esta vida es tu mamá. Podría llamarla "suegra" a esta altura. 

-te quería decir una cosa- dijo Demetrio muy cerca de mi oído.
-sí, dime- admito que me puse bastante nerviosa.
-si te dijera que te quiero dar un beso, lo pensarías?-
-Demetrio, ¿esto es un tema de ego, o qué?-
-jajajja, eres más segura de lo que crees-
-quizás, algunas cosas las tengo claras-
-en todo caso, no fue...-
-un intento de jotearme?-
-...que pensara que no podrías negarte-
-sonó así-
-es que en verdad...-

Demetrio frenó su frase y no sé si esperaba que yo le dijera "adelante, sigue con la historia" o qué. Me puse muy incómoda, sabía que lo que venía no era bueno. Quería irme, quería que se fuera. La cosa se le estaba yendo de las manos.

-...es que en verdad, lo pensé mucho y tengo muchas ganas de darte un beso-

Demetrio tenía su cara muy cerca de la mía, me miraba fijo y su boca se acercaba a la mía. Miré sus labios. Miré sus ojos. Me sujetó fuerte desde la espalda, me dio un poco de miedo. Casi sentía su respiración sobre mi. Me quedé paralizada, en estado de shock.

Golpearon la puerta. Me asomo por sobre el hombro de Demetrio. Es Abdón.

-h-hola, Demetrio, te presento a mi pololo. 

Demetrio saluda a Abdón. La escena es ridícula. Abdón me mira. Tocan la bocina afuera. Demetrio dice que se tiene que ir, se despide de un beso en la mejilla y la de la mano a Abdón. Se retira. Abdón me queda mirando. Por mucho tiempo.

Abdón se retira también.

FIN DE LA SEGUNDA TEMPORADA

Capítulo XXXVIII: ¿eso fue una indirecta?

(Capítulo de larga duración)

-Buenos días-

Escuché eso y desperté. Abro los ojos y miro a Demetrio a mi lado con una bandeja y el desayuno.

-qué vergüenza, debeo estar toda chascona-
-mmm, sí, un poco- -¿me viste dormir?-
-sí, un poco-
-noooo, hago cosas cuáticas cuando duermo, pego patadas, tengo taldos-
-jajaja, no te preocupes, te veías de lo más tierna. No te quería despertar, pero tu mamá dijo que lo hiciera-
-¿mi mamá? ¿dónde está?-
-salió hace poco-
-aam, me voy a acomodar ya?-
-sipue, que se enfría su té con leche-
-mmmm que rico! y tostadas-
-así es, tu mamá me sopló tus gustos-
-lo imaginé-

Probé el desayuno, estaba todo muy rico. El té con leche estaba perfecto, justo en su medida.

-¿y tus hermanas?-
-éstán jugando al tsunami en la pieza. ¿quieres más pan?-
-mmm bueno ya- Demetrio fue a buscar más tostadas a la cocina.

Aprovecho de buscar algo interesante que mostrarle. Mmmm, qué puede ser. No sé de que hablarle y si le muestro algo puedo armar un tema de conversación. ¡Ya sé! La caja con postales que está en la repisa. Me levanto rápidamente y tomo la cajita. La dejo en el velador. Demetrio llega con más tostadas.

-¡que rico olor!-
-¿cierto? las tostadas con mantequilla son lo mejor-
-sí!, gracias, te pasaste. Oye, te quería mostrar algo-
-a ver, veamos- le paso la cajita.

Demetrio la recibe, la mira con curiosidad, la abre. Se encuentra con un montón de fotos en blanco y negro.

-son fotos de perros vagos-
-que bonitas, se ven todos simpáticos-
-mucho, parecía que posaran para mí-
-¿todas las sacaste tú?-
-sí-
-que seca, y la caja ¿la hiciste tú?-
-eem, no, esa la hizo Abdón-
-tu pololo-
-sí-

Demetrio volvió a mirar las fotos. Tres veces. Dijo que su favorito era uno que parecía pirata. También es mi favorita. Ganó un punto base.

De pronto hay mucho silencio. Parece que voy a hablar algo. No, parece que tú vas a hablar.

-ese Abdón es bien afortunado-
-¿por qué lo dices?-
-porque pienso que debes ser re buena polola, eres muy distinta a las otras niñas-
-distinta quizás, pero buena polola no- Demetrio abrió los ojos, con ganas de preguntar el por qué, pero me adelanté.

-no me baño siempre, me tiro chanchos, soy muy ruda a veces, no me depilo, digo muchos garabatos, no me pinto ni los labios-
-pero eso es lindo, las niñas más bonitas son las que no se pintan-

Hubo otro silencio, esto me recuerda otros momentos de mi vida. Lo interrumpo.

-yo creo que alguien llegará a tu vida.
-o sea, eso decía mi horóscopo antes de conocerte-
-espérate, ¿eso fue una indirecta?
-no-

Suena mi celular. Miro su pantalla, eres tú. Respondo.

-como estai-
-bien y tú- respondes con el tono más antipático.
-tomo desayuno-
-ah, oye ¿qué harás hoy?-
-estoy de dueña de casa pos-
-o sea, tienes que quedarte con ese loco-
-si lo dices así, sí-
-ya chao- me cortas. Disimulo mi rabia.
-yo también te amo, besitos, chauu- digo con la voz más "polola" del mundo.

Retomo la conversación.

-entonces dices que eso no fue una indirecta-
-mira, tú me gustas, pero de otra forma- me río casi en tono de burla.
-¿quieres que yo te crea eso?-
-no entiendo-
-crees que no me doy cuenta como me miras, incluso desde que llegaste-
-no sé a qué te refieres-
-mira, no existe eso de "gustar de otra forma", alguien te gusta o no te gusta nomás-
-no creo que sea tan así-
-a ver, entonces cómo te gusto yo. ¿te gustaría tener algo conmigo?-
-bueno, sí-
-yapo, viste-
-pero a cualquier hombre-
-mmm, eso no sirve de defensa- 
-en todo caso, no intento jotearte-
-pero Demetrio, vienes tú acá a mi cama y me dices eso de que te gusto y todo lo demás, una igual se pasa rollos po-
-depende de la persona, yo no me pasaría rollos-
-¿no? bueno, yo sí-
-qué tipo de rollo-
-no sé, cómo es gustarle a otro tipo-
-bueno, ya lo sabes-
-pero alguien que sienta algo tan fuerte como mi pololo-
-mmm, quizás si te conociera más podrías ser así como él-
-no lo creo, tú eres un hombre muy seguro para mí-
-¿qué tiene? a las mujeres le gustan los hombres seguros o no?-
-depende de la persona-

Silencio, suenan unos pajaritos en la ventana. Deben ser esos que me despiertan cada día. Retomo.

-a mí me gusta ese grado de incertidumbre en la vida. Con mi pololo a veces planeamos ir al museo y terminamos lanzando cohetes de papel desde un edificio. El "No sé" es nuestro estilo de vida.
-oye, naquever, pero te quería decir que nosotros nos vamos mañana en la mañana- cambias el tema de la manera menos sutil, pero no me interesa-

-¿a donde?-
-a la casa de unos parientes. Ya no seremos vecinos-
-ya no lo seremos-
-¿te enojaste?-
-no, la vida me sonríe últimamente-
-se te nota-
-gracias-
-voy a llevar las cosas a la cocina-
-ya, te pasaste, estaba todo muy rico-

Demetrio salió de la pieza. Un suspiro aliviado salió de mí. Me recosté de nuevo y abracé la almohada.
El sol comienza a molestar, a través de la ventana.