martes, 26 de febrero de 2013

Capítulo 51: Tus manías de memoria.



Te abrazo y te muerdo el cuello. Tu cuello es muy bonito. Es largo y suave. Me acuerdo de la canción de Calle 13, esa de la jirafa o algo así. Metes tus dedos en mi pelo y me haces un masaje rico por encima. Te doy besitos por el cuello hasta la clavícula.

-estaba pensando en lo que hablamos el otro día- dijiste con una seriedad que no produjo mucha tranquilidad.
-¿qué cosa?- pregunté, haciéndome la lesa.
-eso de vivir juntos, del futuro-
-ya, y qué onda-
-pensaba que obvio que me gustaría vivir contigo-
-ya…-
-sería muy bonito compartir las mañanas contigo, tal como lo hacemos ahora pero siempre-
-sipos, sería como ahora, sólo que sin más gente que tú y yo-
-¿tú crees que resultaría?-
-sipo, o sea, me sé tus manías de memoria, tus mañas-
-y yo las tuyas-
-sé que no te gusta levantarte temprano los domingos, que te gusta ver películas repetidas, que un queso con orilla te desespera, que no te gusta cuando se cae una miga a tu taza de té, que te dan miedo los insectos, que no te gusta que te hagan cosquillas, que tus peos son hediondos, que te gusta escuchar música bien fuerte, o despacito cuando estamos quedándonos dormidos-
-tus peos son más hediondos-
-estai loco, no te has sentido los tuyos-
-igual te faltaron cosas-
-como qué, a ver-
-no sé, yo creo que igual uno nunca termina de conocer a las personas-
-esa es la gracia igual, quiero seguir conociéndote día tras día-
-eso es una canción de Supernova-
-puta que era buena-
-el video era como de carretera-
-sí, como el de los Red Hot-
-sí, pero pobre-
-oye, ¿te gustaría tener hijos?-
-sí-
-amm-
-¿a ti?
-no mucho-
-pero todas las mujeres quieren tener hijos alguna vez-
-bueno, yo no-
-y por qué-
-no sé, le tengo un poco de miedo a las guaguas-
-en todo caso, yo igual pero a los cabros chicos-
-hay unos insoportables-
-sí-
-y si fuera mi decisión no tener hijos, ¿sería una razón para terminar conmigo?-
-ah nopo, estai loca-
-no sé po, te pregunto-
-no, no creo-
-¿no o no creo?-
-no-
-ah ya-

Sonreímos y miramos el techo. Pones tu mano en mis costillas, te gusta esa zona me he dado cuenta. Hay silencio, creo que ambos reflexionamos sobre las leseras que estamos hablando, pensando en un posible futuro juntos. Es cuático pensar eso. Es cuático proyectarse, pero me pasa contigo, ahora y desde siempre.

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