martes, 3 de julio de 2012

Capítulo 41: Películas que me recomiendas tú.



Me quedé dormido con la ropa puesta. Con zapatillas y todo. Miro el celular, no tengo ni llamadas ni mensajes tuyos. Yo sé que no me vas a llamar, porque a ti te gusta darle tiempo a las situaciones conflictivas. Lo que todavía no tengo claro es en lo que tú estás pensando en este momento. ¿Pensarás en Demetrio? ¿En mí? ¿En la lluvia? ¿En tomar té?

Tengo ganas de darme vuelta algún juego, pero en verdad no sé cual podría ser. Pienso en lo bacán que es el Donkey Kong, pero lo descarto inmediatamente porque ya me lo he dado vuelta un montón de veces. Creo que mi mundo favorito es de las industrias. Es cuático, pero lejos el más complicado es el de la nieve. Me carga como se resbalan los monos. Igual encuentro súper fome la gente que en la etapa del carrito hace la clave para pasarla rápido. Se juran bacanes pero no cachan nada.

Me acuerdo cuando jugábamos Street Fighter en mi Super Nintendo. Yo jugaba con Ken y tú con Chun-Li. Te ponías al tope de tu lado y empezabas a presionar el “A” para hacer el ataque de patadas. Yo te lanzaba los “aduken” y tú los saltabas y de nuevo empezabas tu ataque de patadas. Así sucesivamente hasta que yo me acercaba y terminaba cayendo en tu trampa. Me daba una rabia enorme y tú lo sabías e igual lo hacías. Eso es maldad.

Anda una polilla en la habitación. Me acuerdo de que te cargan las polillas. Se escondió detrás de mi mueble con figuritas. Me da una lata ir a matarla. ¿Por qué debería matarla? Si no me hace nada. Igual me cargan los bichos en general. Ya no siento más su aleteo. ¿Te conté que conocí una persona que se metía las polillas a la boca? Me parece que no.

Tengo ganas de ir al cine. Solo. Es bacán. Hace tiempo no voy solo. Siempre voy contigo. Antes iba sin la compañía de nadie  y me gustaba porque al salir de la función me quedaba pensando muchas cosas y las conversaba conmigo mismo y me iba en voladas súper cuáticas. Igual admito que las voladas que nos pegamos entre los dos son las más bonitas, pero a veces, creo yo, son necesarios los monólogos, como ahora. Como tú y yo distantes. Hace tiempo no discutíamos. De hecho, ¿hemos discutido alguna vez? Creo que no. Somos tan parecidos que lo que menos hacemos es discutir. Y si discutimos es por opiniones de cosas tan absurdas como cuál película de Nicolas Cage es la peor, o cuál de las canciones de El Rey León es la mejor, o cuál de los videos de The Chemical Brothers es lejos el más bacán, o por cuál chocolate del kiosko es el más rico. Pero al final siempre te termino encontrando la razón, porque cuando yo la tengo te limitas a decirme “sí, es cierto”, y no me discutes nada, y lo dices con un gesto de afirmación muy lindo que sacas. Siempre sacas gestos bonitos, es como sacar trucos en los videojuegos.

No sé qué puedo ver en la pantalla grande. Está todo tan fome. Tengo muchas películas anotadas en esa libreta que me regalaste. Hay una página especialmente dedicada a las películas que me recomiendas tú. La última que le achuntaste fue 50/50, aparte sonaba “Yellow Ledbetter” de Pearl Jam al final y me quedé pa’ dentro mucho rato. Estaba en mi sillón y miré la tele un buen rato. Luego puse mi cabeza de lado encima del sillón. Me acuerdo que te llamé cuando todavía pasaban los títulos.

-¿estai llorando?-
-no, no pude-
-¿querí un abrazo?-
-en verdad, sí-
-voy para allá-
-pero igual es tarde-
-¿tarde para qué?-
-ya, te voy a encontrar-
-ya, chao-


Vibra el celular. Es un mensaje. De inmediato se me aprieta el estómago. Lo veo. Es un mensaje para que cargue mi celular. Lo dejo de vuelta en el velador. Me acuesto. Pongo la radio.  La apago altiro. Me doy vuelta para la derecha de mi cama. Pienso en que sería bonito soñar con Winona Ryder o algo así. O contigo mejor.


http://www.youtube.com/watch?v=8EajftSAV0I

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